Marruecos acude a las urnas con la esperanza de abrir una vía hacia la democratización

Marruecos acudió ayer a las urnas para elegir a los 24.253 concejales que componen los 1.547 ayuntamientos del reino. El rey Hassan II pretende con estas votacíones, celebradas entre la tranquilidad y la apatía, abrir una nueva vía política con la que renovar y democratizar, antes del próximo mes de octubre, todas las instituciones del país. Entre ellas destacan los nuevos Gobiernos regionales y las dos Cámaras del reestructurado Parlamento. A media tarde de ayer el índice de participación se elevaba ya al 53%, según anunció la televisión estatal.

Trece partidos políticos y una legión d...

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Marruecos acudió ayer a las urnas para elegir a los 24.253 concejales que componen los 1.547 ayuntamientos del reino. El rey Hassan II pretende con estas votacíones, celebradas entre la tranquilidad y la apatía, abrir una nueva vía política con la que renovar y democratizar, antes del próximo mes de octubre, todas las instituciones del país. Entre ellas destacan los nuevos Gobiernos regionales y las dos Cámaras del reestructurado Parlamento. A media tarde de ayer el índice de participación se elevaba ya al 53%, según anunció la televisión estatal.

Trece partidos políticos y una legión de independientes, que sumaban 102.400 candidatos, se disputaron ayer el control de los 1.547 ayuntamientos de Marruecos, en las séptimas elecciones locales desde su independencia. Estas votaciones, a pesar de la aparente indiferencia con que han sido recibidas por los 13 millones de electores, suponen el primer y más importante paso que efectúa este país en su nuevo proceso hacia la democracia.Las elecciones se llevaron a término de acuerdo con unas consignas impartidas por el rey Hassan II hace más de un año, en las que anunció y se comprometió en la limpieza del escrutineo y la independencia de la Administración, posibilitando así la puesta en pie de instituciones creíbles y democráticas y poniendo fin a una larga historia de irregularidades, fraudes, manipulaciones y resultados pactados. Los deseos e intenciones del soberano fueron en su día favorablemente acogidos por todos los partidos políticos, incluidos los de la oposición democrática que, tras décadas de enfrentamientos y discusiones con el monarca, se avinieron el pasado mes de marzo a firmar con los representantes del Gobierno un "pacto de limpieza" y de "buena conducta" con el que se pretende erradicar las trampas electorales.

Como consecuencia de este pacto se ha redactado un nuevo código electoral, se ha modificado los trámites de votación y se ha dado también acceso a los partidos a las redes de informatización, a través de las cuales se computan las papeletas y se dan los resultados.

El encargado, por parte del Gobierno, de garantizar esta operación de limpieza electoral es el ministro de Estado de Interior, Dris Basri, considerado, después del rey Hassan II, como el personaje más popular e influyente de Marruecos. Paradójicamente este artífice de la democratización era hasta hace dos años el blanco de todas las críticas de los partidos políticos de la oposición.

A pesar de todos estos compromisos y pactos de limpieza ayer, poca horas antes del cierre le los colegios electorales, la Unión Socialista de las Fuerzas Populares (USPF), uno de las más importantes formaciones de a oposición democrática, denunciaba írregularidades en los comicios en todo el país, achacables según estos, en la mayoría de los casos, a particulares, que se habrían dedicado sobre todo a mercadear con los votos.

Un portavoz de la USPF confirmó ayer por la noche estas irregularidades, pero se negó a hacer una valoración de las mismas, alegando que era muy precipitado y no se tenía un conocimiento exacto de ellas. En medios políticos se asegura que un fracaso en este proceso electoral local y la constatación de nuevo de un fraude masivo en estas elecciones, como en anteriores ocasiones, provocaría la desconfianza definitiva en la "política de los pequeños pasos hacia la democracia" ensayada por el rey Hassan II en Marruecos, arrastrando con ella a todos los partidos de la oposición y dejando el campo libre a las opciones radicales.

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