Ocho colgados en una estación

Hay un silencio absoluto. Suenan unos condundentes acordes del Romeo y Julieta de Prokófiev y ocho jóvenes colgados de unas cuerdas muy largas que salen del techo dan vueltas y vueltas. La escena transcurre en el vestíbulo de entrada de la estación del suburbano de Príncipe Pío y más de uno de los que se paraban a mirar podía perder el tren.La compañía Aracaladanza eligió ese escenario para ofrecer 1 un sorprendente espectáculo de baile en espacios insólitos, una de las actividades más atractivas del ciclo Madrid en danza. La experiencia se celebró ayer -en función única- en tres...

Hay un silencio absoluto. Suenan unos condundentes acordes del Romeo y Julieta de Prokófiev y ocho jóvenes colgados de unas cuerdas muy largas que salen del techo dan vueltas y vueltas. La escena transcurre en el vestíbulo de entrada de la estación del suburbano de Príncipe Pío y más de uno de los que se paraban a mirar podía perder el tren.La compañía Aracaladanza eligió ese escenario para ofrecer 1 un sorprendente espectáculo de baile en espacios insólitos, una de las actividades más atractivas del ciclo Madrid en danza. La experiencia se celebró ayer -en función única- en tres espacios distintos de la ciudad.

Muchos de los espectadores de esta singular actuación (en realidad, viajeros a los que les atropelló la función) confesaban que se iniciaban en este tipo de espectáculos. Y que les había gustado.

En un patio del Conde Duque, el grupo Provisional Danza demostró que se puede bailar a manguerazos, que la danza, incluso cuando uno está empapado, puede ser algo bello. En esa pieza, los bailarines se acompañaban de chorros de agua a presión.

Otro grupo, Creative Danza, optó por enmarcar su trabajo en el exterior del Museo Thysen-Bornemisza. Su coreografía se llamaba Agonía.