Tribuna:

La primera caída de Rodríguez

Hace ahora ocho años, el farmacéutico metido a político Daniel de Fernando consiguió de José María Aznar lo que quizás ahora le pida Jordi Pujol: la cabeza de Miguel Ángel Rodríguez.Rodríguez era entonces portavoz de Aznar en la Junta de Castilla y León, y tan incontinente de lengua como ahora. A primeros de abril de 1989, Cambio 16 publicó un reportaje sobre la gestión de Aznar, que se publicitaba como modélica. Además de algunas notas de color que levantaron polvareda. -por ejemplo, cómo Aznar se había instalado en su despacho oficial una grifería "recubierta"de oro de 24 quilates, he...

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Hace ahora ocho años, el farmacéutico metido a político Daniel de Fernando consiguió de José María Aznar lo que quizás ahora le pida Jordi Pujol: la cabeza de Miguel Ángel Rodríguez.Rodríguez era entonces portavoz de Aznar en la Junta de Castilla y León, y tan incontinente de lengua como ahora. A primeros de abril de 1989, Cambio 16 publicó un reportaje sobre la gestión de Aznar, que se publicitaba como modélica. Además de algunas notas de color que levantaron polvareda. -por ejemplo, cómo Aznar se había instalado en su despacho oficial una grifería "recubierta"de oro de 24 quilates, hecho documentalmente probado-, la revista relataba que decenas de alcaldes de pequeños ayuntamientos de Segovia se habían pasado de la Democracia Cristiana a Alianza Popular (hoy PP) después de que el gobierno regional les concediera cuantiosas subvenciones, muchas de ellas para restaurar iglesias y ermitas.

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Yo personalmente he pasado cincuenta alcaldes -afirmaba un director general de la Junta, Clemente Sanz Blanco-. Pero no a cambio de una obra. Se cambian porque les ha convencido la bondad de nuestra ideología". Antonio Ruiz Hernando, un arquitecto que trabajaba para el Obispado de Segovia, pensaba de manera bien distinta, hasta el punto de que había presentado su dimisión en una carta en la que le contaba al obispo que el dinero llegaba a espuertas, mucho más del necesario para llevar a cabo los proyectos de restauración". "Administrar el dinero público no significa derrocharlo, y mucho menos invertirlo en la compra de votos", concluía Ruiz Hernando. -

Cambio 16 añadía algunos datos de la gestión de Rodríguez: la Oficina del Portavoz, que en 1988 tenía un presupuesto de 97 millones, había gastado 200 millones.

Rodríguez era entonces bisoño en las labores de agitación y propaganda, pero ya apuntaba algunas habilidades. Tuvo un acierto: logró que la polémica pública se limitara a si Aznar tenía o no grifos de oro macizo, cosa que nadie había afirmado. Y cometió un error garrafal: creyó que las interioridades de la Junta las había contado un parlamentario regional democristiano, y se dedicó a inundar las redacciones de Valladolid y Madrid de especies contra él desde un fax de la Junta, que dejaba huella. Pero resultó que el tal parlamentario se iba a pasar al CDS, que era el apoyo parlamentario con el que gobernaba Aznar. Al presidente regional del CDS, Daniel de Fernando, le faltó tiempo para exigir, y obtener, la destitución de Rodríguez. Se disfrazó de dimisión. El 13 de abril de 1989, el portavoz cesante escribía una carta a Aznar: "Han conseguido echarme después de tantas amenazas. Que no consigan echarte a ti".

Parece que Rodríguez no ha escarmentado. En noviembre pasado, se río en público de la propuesta de CiU de que Cataluña disponga de un Comité Olímpico propio. Ahora, sus amenazas a Antonio Asensio han indignado de nuevo al socio parlamentario de Aznar. Queda por ver si la indignación es tanta como para exigir al jefe de Gobierno que prescinda de uno de sus principales parachoques. Abollado, pero aún parachoques.

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