Tribuna:

Va bien

En cierta ocasión, Nilo abajo, viví la noche de fin de año en un estimulante crucero gastronómicamente nefasto y los camareros quisieron compensar la poquedad culinaria gritando como entusiasmados anfitriones cada vez que nos servían los platos. No consiguieron contagiarnos de su mercenario entusiasmo y el Nilo bajo la luna fue compensador alimento de la usurera intendencia. Pues bien, he descubierto que el señor Aznar está rodeado de camareros egipcios.Tanto los sectores oligárquicos afines, que ya lo son todos, como los medios de comunicación que besan por donde pisa se pasan el día jaleando...

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En cierta ocasión, Nilo abajo, viví la noche de fin de año en un estimulante crucero gastronómicamente nefasto y los camareros quisieron compensar la poquedad culinaria gritando como entusiasmados anfitriones cada vez que nos servían los platos. No consiguieron contagiarnos de su mercenario entusiasmo y el Nilo bajo la luna fue compensador alimento de la usurera intendencia. Pues bien, he descubierto que el señor Aznar está rodeado de camareros egipcios.Tanto los sectores oligárquicos afines, que ya lo son todos, como los medios de comunicación que besan por donde pisa se pasan el día jaleando los éxitos del muchacho, y no utilizo el adjetival sustantivo despectivamente, sino porque advierto que el pelotillero trato dado a Aznar es el mismo que suelen recibir los muchachos cuando no son ya larva, pero tampoco mariposa. Tal vez sabedores de que el poema de cabecera de Aznar es If, de Kipling, poema idóneo para muchachos con problemas de identidad, sus camareros egipcios se sienten obligados a exagerar la nota de sus logros para que el chico se los crea. Un año de gobierno del PP no es tiempo suficiente como para que los aznaritas, que no aznaristas, se autoatribuyan todos los pírricos éxitos macroeconómicos que en buena y pírrica medida también puede reclamar el PSOE.

Durante un año hemos asistido a un a veces hilarante juego de tejer y destejer, de cantinflismo operativo, digno sucesor del cantinflismo verbal que le fue detectado a Felipe González. Aznar y sus camareros egipcios se pasan entusiastas la consigna: España va bien, pero la gente, la que da sentido a eso que llamamos España, sigue pensando que el futuro, sea perfecto como querían los utopistas o imperfecto como reclaman los sociólogos de EL PAÍS, no está claro.

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