Entrevista:

"Los editores nunca hemos tenido el apoyo de la Comunidad"

Herederos directos de Gutenberg, los editores hacen posible que la imaginación, el pensamiento y la palabra trasciendan de la soledad del escritor y lleguen en forma de libro a las manos del lector. Pero ellos se sienten injustamente tratados: "Las instituciones no nos apoyan, y la opinión pública tiene una imagen distorsionada de esta profesión", se queja Fermín Vargas, un madrileño de 55 años que preside, desde el pasado mes de diciembre, el gremio de editores de Madrid, una asociación que se creó hace dos décadas y a la que pertenecen 277 empresas (todas privadas y la mayoría pequeñas y med...

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Herederos directos de Gutenberg, los editores hacen posible que la imaginación, el pensamiento y la palabra trasciendan de la soledad del escritor y lleguen en forma de libro a las manos del lector. Pero ellos se sienten injustamente tratados: "Las instituciones no nos apoyan, y la opinión pública tiene una imagen distorsionada de esta profesión", se queja Fermín Vargas, un madrileño de 55 años que preside, desde el pasado mes de diciembre, el gremio de editores de Madrid, una asociación que se creó hace dos décadas y a la que pertenecen 277 empresas (todas privadas y la mayoría pequeñas y medianas) de 13 autonomías, en las que no están incluidas el País Vasco, Galicia, Andalucía y Extremadura.Pregunta. ¿Tan mala opinión cree que la gente tiene de los editores?

Respuesta. La imagen más extendida es la de un sector sólo preocupado por ganar dinero y con poca sensibilidad cultural y social. Es de los pocos negocios donde, en general, se da poca importancia al coste del producto y donde todo el mundo te pide regalos. Que se abre una biblioteca, pues rápidamente te llaman a ver cuántos libros puedes enviarles gratis. Nadie piensa que la mayoría de las editoriales son pequeñas empresas familiares que arriesgan su dinero en publicaciones que casi nunca alcanzan grandes tiradas.

P. Quizá sea por la resistencia de los editores a liberalizar los precios (los libreros no pueden en ningún caso rebajar el precio de los libros más de un 10%).

R. El precio libre, a la larga, encarece los libros. Si se liberalizaran los precios, caeríamos en el oligopolio de los puntos de oferta. Aquellos con más capacidad de compra exigirían enormes descuentos al editor, y éste, para compensar, subiría los precios. Al final pagaría siempre el consumidor. Si los libros son caros es porque se lee poco y no existe suficiente apoyo institucional.

P. ¿Subvenciones?

R. Me refiero a ayudas puntuales. Los editores madrileños, por ejemplo, nunca hemos tenido el apoyo de la Comunidad o el Ayuntamiento cuando hemos celebrado el Salón Internacional del Libro, justo lo contrario de lo que la Generalitat hace con nuestros colegas catalanes. Este año, en octubre, vamos a traer a Liber 97 a la mayoría de los importadores y editores latinoamericanos y a muchos europeos. No es mucho pedir un tratamiento preferencial por parte de las instituciones de la capital.

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P. ¿Los madrileños son buenos compradores?

R. El madrileño es un lector culto. La Feria del Libro de Madrid es la más importante de Europa. El número de visitantes y las cifras de venta son increíbles. Muchas editoriales consiguen sacar el negocio adelante gracias a lo que venden en nuestra feria.

P. ¿Se preocupan los editores por fomentar la lectura?

R. El fomento de la lectura pasa por la educación en la escuela. Es un deber de los políticos. En los últimos 20 años, las instituciones han invertido mucho en construir bibliotecas, pero no en llenarlas ni promoverlas.

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