Melilla tiene dos alcaldes:el censurado Velázquez y el tránsfuga Palacios

Melilla tiene desde ayer dos alcaldes. El regidor popular, Ignacio Velázquez, prohibió por decreto votar a su oponente, Enrique Palacios, en la moción de censura con la que el segundo, un tránsfuga del PP, pretendía echarle. Palacios tenía el apoyo de la oposición y de otro tránsfuga del PP. Iban a ser 14 votos contra los 12 del PP. El decreto de Velázquez los dejó en 13, con lo que no se alcanzaba la mayoría absoluta de 14. Después, los opositores, reanudaron la sesión, dieron por nulo el decreto, Palacios votó y le nombraron alcalde.

El pleno que debía debatir la moción de censura con...

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Melilla tiene desde ayer dos alcaldes. El regidor popular, Ignacio Velázquez, prohibió por decreto votar a su oponente, Enrique Palacios, en la moción de censura con la que el segundo, un tránsfuga del PP, pretendía echarle. Palacios tenía el apoyo de la oposición y de otro tránsfuga del PP. Iban a ser 14 votos contra los 12 del PP. El decreto de Velázquez los dejó en 13, con lo que no se alcanzaba la mayoría absoluta de 14. Después, los opositores, reanudaron la sesión, dieron por nulo el decreto, Palacios votó y le nombraron alcalde.

El pleno que debía debatir la moción de censura contra Ignacio Velázquez sólo se privó de las agresiones físicas. No dejó oficialmente determinado quién es el nuevo regidor, algo que no se sabrá hasta que el Rey sancione a favor o en contra, el jueves, el acta suscrita por los partidos que proclamaron ayer como presidente al tránsfuga del PP Enrique Palacios, pero sí aclaró que la ciudad está dividida en dos bandos irreconciliables.Esa ruptura, que dinamitará el ,desarrollo de los fastos del V centenario de la fundación de la ciudad, es aún más radical entre sus políticos. Y Velázquez es el blanco preferido de este rifirrafe.

Velázquez, comandante médico de profesión, dio ayer otra prueba más de sus artes. Los 13 firmantes de la moción (dos tránsfugas del PP, cinco ediles del PSOE, cuatro de Coalición por Melilla y dos de Unión del Pueblo Melillense) y sus 11 compañeros de partido aguardaban una salida mágica de su chistera que le pemitiera continuar con el bastón de mando a pesar de la aritmética.

El, impasible, se destapó con una artimaña de última hora al recurrir a un decreto -usado en 1990 por un alcalde de un pueblo de Lérida, La Fuliola, y, revalidado por una sentencia del Supremo- para impedir el voto de su sucesor alegando que concurría únicamente por "interés particular" por hacerse con la alcaldía.

[Ese precedente ya fue utilizado en 1994 por otro alcalde del PP, Julio Pacheco, en Humanes (8.800

Madrid), para impedir que votara contra él un tránsfuga. Pacheco dijo haber sido aconsejado por la responsable municipal del PP, Mercedes de la Merced. Posterionnente, la dirección pidió a Pacheco que abandonara el partído, pero siguió como alcalde hata que el Tribunal Superior le destituyó en abril de 1995. Meses después, en septiembre, sería nombrado director de Asuntos Taurinos la Comunidad de Madrid].

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La oposición de Melílla -ciudad de 65.000 habitantes y rango de autonomía- ya era consciente de la capacidad de maniobra del alcalde, y por eso contrató los servicios jurídicos de un bufete de Marbella, para prevenir cualquier "jugada sucia".

El pleno comenzó a las diez de la mañana. Leyó el candidato a presidente, Enrique Palacios, sus 20 minutos de discurso programático. Replicó irónica y sosegadamente Velázquez durante más de media hora. La presidenta de la Mesa, del PP, enumeró entonces los nombres de los que debían respaldar la moción y, cuando ya estaban registrados los cinco concejales socialistas -suspendidos inmediatamente de militancia por el secretario de organización en Madrid- y los dos de Coalición por Melilla, interrumpió la votación y pidió al secretario general del Ayuntamiento la lectura de un desconocido decreto de Velázquez. Era una orden con la que el alcalde dejaba sin derecho a voto precisamente al candidato a relevarle. Eran las 11.10 horas. Se desató el descontrol. Se profirieron todos los insultos e improperios... Hasta se refrescó la intentona golpista de Tejero de febrero de 1981.

En el salón de plenos había poco público, pero en la Plaza de España, los congregados se desencajaron contra Velázquez con gritos que pedían "¡democracia!" y que le denostaban por "dictador, caudillo y flascista". Esos calificativos fueron aún más fuertes en el plenarío. Los diputados del PP abandonaron la sesión. En el des barajuste, el secretario general del Ayuntamiento también se marchó. Los integrantes de la oposición levantaron acta de lo sucedido con un notario y se quedaron en la sala atónitos, desorientados.

Recapitudación

Esos minutos fueron patéticos. Los teléfonos móviles de casi todos ellos se despertaron. Después empezaron a recapitular. Recordaron que el decreto de Velázquez no figuraba en el expediente del pleno, algo que el secretario general remachó luego como ilegal, y verificaron que esa actuación había interrumpido una votación ya 'iniciada, lo que la ley impide.

Los firmantes de la moción llamaron al secretario general, Carlos Rolín, a su casa, y le convencieron para que volviera. Cuando regresó, Palacios fue proclamado alcalde. Rolín tomó nota y remitirá sus escritos al Gobierno y al Rey, que debe pronunciarse antes del jueves. Palacios y Vélázquez acudirán mañana a su despacho en la alcaldía.

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