FÚTBOL SEGUNDA DIVISIÓN

Atlético encharcado

Madrileños y salmantinos empataron en un partido embarrado

Los charcos, enemigos de la técnica; el barro, del ritmo; y el agua, de la fluidez. Los charcos, el agua y el barro se aliaron ayer en Móstoles contra el fútbol y propiciaron la paradoja de que en un partido en que los jugadores acabaron exhaustos, no se pudo ver apenas fútbol.El Salamanca saltó al terreno de juego con el eco de una máquina registradora en el cerebro: la victoria valía cinco millones de prima. El Atlético, por su parte, salía al campo con el acicate del vértigo: si mira hacia abajo, sólo ve al Écija y más allá, el abismo.El conjunto que entrena Goikoetxea salió inquieto, corre...

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Los charcos, enemigos de la técnica; el barro, del ritmo; y el agua, de la fluidez. Los charcos, el agua y el barro se aliaron ayer en Móstoles contra el fútbol y propiciaron la paradoja de que en un partido en que los jugadores acabaron exhaustos, no se pudo ver apenas fútbol.El Salamanca saltó al terreno de juego con el eco de una máquina registradora en el cerebro: la victoria valía cinco millones de prima. El Atlético, por su parte, salía al campo con el acicate del vértigo: si mira hacia abajo, sólo ve al Écija y más allá, el abismo.El conjunto que entrena Goikoetxea salió inquieto, correoso. En esos primeros minutos, el campo aún permitía la circulación del balón, había que aprovechar. Entre tanto juego atropellado, dos lances salvaron el choque. El primero dejó patente la calidad de Desio, el jugador argentino que ayer se estrenaba en el Salamanca. Ante un envío de Sito a la frontal Desio dejaba pasar el balón entre sus piernas y abría el hueco que necesitaba Pauleta para cruzar y marcar.

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La respuesta del Atlético no fue menos talentosa. Pase al hueco inventado por Ezquerro -ayer, improvisado delantero- y detalle exquisito de Chema: sin dejar que el balón llegue al céped, empalma a bote pronto -la recuperación de Cherna como hombre de ataque es una de las buenas noticas que ha traído el once de Diarte-. El estado del campo no dio para más. Un remate de cabeza de Desio, al palo, y una ocasión de Agostinho, a los postres, emergieron como únicos detalles en un mar de charcos.

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