Juicio en París contra la red islámica que organiza el asesinato de dos turistas españoles en Marruecos

Toda una red de presuntos terroristas islámicos comparece desde ayer ante un tribunal de París, menos de una semana después del atentado en la estación de Port-Royal. Por primera vez pueden ser examinados todos los aspectos del nuevo terrorismo de Alá, desde los inspiradores y jefes hasta los jóvenes franco-magrebíes de barriada seducidos por un mensaje de guerra santa que llevó a tres de ellos a ametrallar, en 1994, un hotel de Marraquech y asesinar a dos turistas españoles. Sólo 23 de los 34 acusados se sientan, sin embargo, en el banquillo: dos están condenados a muerte en Marruecos,...

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Toda una red de presuntos terroristas islámicos comparece desde ayer ante un tribunal de París, menos de una semana después del atentado en la estación de Port-Royal. Por primera vez pueden ser examinados todos los aspectos del nuevo terrorismo de Alá, desde los inspiradores y jefes hasta los jóvenes franco-magrebíes de barriada seducidos por un mensaje de guerra santa que llevó a tres de ellos a ametrallar, en 1994, un hotel de Marraquech y asesinar a dos turistas españoles. Sólo 23 de los 34 acusados se sientan, sin embargo, en el banquillo: dos están condenados a muerte en Marruecos, el jefe permanece detenido en Italia y los demás son juzgados en rebeldía. Los abogados defensores pidieron la suspensión del proceso por graves defectos en la instrucción. El proceso abierto ayer en París contiene dos grandes lecciones: la primera, que los barrios más pobres y marginados de Francia constituyen un terreno muy fértil para el integrismo islámico; la segunda, que las justicias nacionales no están bien preparadas para enfrentarse al nuevo terrorismo. Como ejemplo, la ausencia en el banquillo de los acusados del argelino Yamel Lunici, creador de la red, detenido en Italia, a la espera de ser juzgado por un delito de escasa importancia. Sin Lunici, de 34 años, muchas preguntas quedarán sin respuesta. Otro ejemplo: los delitos graves de la red han sido cometidos en Marruecos, y en Francia las acusaciones corresponden a asuntos menores, por lo que las penas deberán ser relativamente leves.

Sermones incendiarios

La red comenzó a tejerse en 1989, en el suburbio maldito de La Courneuve, cerca de París. Dos marroquíes, Abdelila Ziyad, conocido como Rachid, y Mohamed Zinedin, conocido como Said y aún en libertad, empezaron a atraer a la mezquita a jóvenes magrebíes perdidos entre el hormigón y el desempleo. De los sermones incendiarios en nombre de Alá se pasó a la política, y el paso siguiente fue el adiestramiento en la lucha armada. Un puñado de jóvenes marroquíes residentes en los suburbios de París y de Orleans se encontró, desde 1992, viajando a países como Afganistán y Pakistán para entrenarse en el uso de armas. Algunos han declarado que disponían de dinero y "eran alguien". El dinero y los medios eran aportados, según la policía, por Yamel Lunici, el hombre detenido en Italia y acusado de financiar redes islamistas en varios países europeos.

En 1994, los líderes decidieron pasar a la acción. Tres comandos debían participar en un triple atentado contra el régimen de Hassan, con el objetivo último de convertir Marruecos en una república islámica: un comando debía ametrallar el hotel Atlas Asni, de Marraquech; otro debía provocar una matanza en un cementerio judío de Casablanca, y un tercer comando debía asesinar a un policía en Fez. Sólo el primer comando, de tres jóvenes, cumplió su misión, asesinando a dos turistas españoles. Los otros se arredraron en el último momento. Y todos fueron detenidos casi inmediatamente.

Dos de los autores del crimen de Marraquech, Stéphane Ait Iddir y Raduan Hammadi, fueron detenidos en Marruecos, juzgados y condenados a muerte. El tercer responsable fue detenido en Francia, como los implicados en las dos acciones fallidas. La justicia marroquí no consiguió establecer quién efectuó los disparos, y la francesa se quedará también sin saberlo: los dos condenados en Rabat podían haber sido convocados al juicio de París para testificar, pero el juez Jean-Louis Bruguiére prefirió enviar la citación a su antiguo domicilio parisiense, probablemente para evitarse conflictos con las autoridades marroquíes.

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