CUMBRE EN LISBOA

Un falso ataque epiléptico

La televisión pública portuguesa (RTP) lanzó a media tarde de ayer la noticia de que el primer ministro ruso, Víktor Chernomirdin, había sufrido un ataque epiléptico en el Centro Cultural de Belém, sede de la cumbre de Lisboa. Minutos después, la cadena estatal rectificaba esa apresurada información y precisaba que el mandatario ruso se encontraba en perfectas condiciones. Una simple indisposición del embajador ruso Alexandr Smirnov, durante la entrevista entre el ministro de Exteriores portugués, Jaime Gama, y su homólogo ruso, Yevgueni Primakov, derivó en el incidente más destacad...

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La televisión pública portuguesa (RTP) lanzó a media tarde de ayer la noticia de que el primer ministro ruso, Víktor Chernomirdin, había sufrido un ataque epiléptico en el Centro Cultural de Belém, sede de la cumbre de Lisboa. Minutos después, la cadena estatal rectificaba esa apresurada información y precisaba que el mandatario ruso se encontraba en perfectas condiciones. Una simple indisposición del embajador ruso Alexandr Smirnov, durante la entrevista entre el ministro de Exteriores portugués, Jaime Gama, y su homólogo ruso, Yevgueni Primakov, derivó en el incidente más destacado de la cumbre que reúne en Lisboa a 54 jefes de Estado y de Gobierno.

Al margen de esta confusión, la capital portuguesa acogió a sus ilustres visitantes con una temperatura primaveral, soleada y sin graves colapsos de tráfico. El síndrome del atasco provocó que los lisboetas se encerraran en sus domicilios y evitaran circular por los barrios céntricos de la ciudad.

Los responsables de la seguridad portuguesa analizaban todo tipo de sospechas y barajaban un amplio abanico de riesgos: atentados, coches bomba o francotiradores. Incluso un equipo de policías de paisano, provisto de mantas, estaba preparado en los alrededores del centro para tapar la desnudez de algún previsible exhibicionista que quisiera pasar a la historia.

Militantes y simpatizantes del Partido Comunista portugués se manifestaron contra el embargo norteamericano a Cuba, entre otras cosas, y la organización ecologista Greenpeace inició las conmemoraciones en Portugal de su 25º aniversario. El único cliente fijo del hotel Tivoli -uno de los cinco estrellas cerrado para dar cobertura a la cumbre-, decidió abandonar su domicilio habitual y, probablemente, la ciudad.

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