Tribuna:

Defensor al cien por cien

Defensor del Lector al cien por cien. Eso es lo que algunos lectores me piden que sea, expresando, sin duda, el sentir general. Uno de ellos, Juan Pedro Sese, de San Sebastián, considera que a menudo el Defensor del Lector se extiende demasiado en explicar las circunstancias de la reclamación, convirtiéndose de ese modo en "justificador del redactor". Y añade que "está bien que conozcamos y valoremos las dificultades del trabajo del periodista, pero sin que ello altere la finalidad de la sección, que es la defensa del lector y nada más".Tienen razón estos lectores. La finalidad del Defensor de...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Defensor del Lector al cien por cien. Eso es lo que algunos lectores me piden que sea, expresando, sin duda, el sentir general. Uno de ellos, Juan Pedro Sese, de San Sebastián, considera que a menudo el Defensor del Lector se extiende demasiado en explicar las circunstancias de la reclamación, convirtiéndose de ese modo en "justificador del redactor". Y añade que "está bien que conozcamos y valoremos las dificultades del trabajo del periodista, pero sin que ello altere la finalidad de la sección, que es la defensa del lector y nada más".Tienen razón estos lectores. La finalidad del Defensor del Lector es defenderles al cien por cien. Pero eso no le exime de actuar conforme a los principios de objetividad y contradicción para evitar que su tarea caiga en la arbitrariedad, algo que, por lo demás, le veta el estatuto que regula sus funciones. Toda queja exige una investigación y, dentro de ella, que el redactor afectado sea escuchado y pueda comprobar que "se publica fielmente su opinión". Que los lectores conozcan los hechos esenciales, así como la explicación del periodista, es imprescindible para saber si tanto la reclamación como el pronunciamiento del Defensor del Lector son o no fundados. La defensa del lector debe hacerse, como es lógico, con respeto a las reglas de procedimiento y de acuerdo con los principios y criterios del Libro de estilo y de los estatutos de la Redacción y del Ombudsman.

El lector de EL PAIS también se debe a ellos.

Otra de las cuestiones planteadas en relación con el papel del Defensor del Lector es su eficacia. No es la primera vez que se suscita la cuestión. Mi predecesora Soledad Gallego-Díaz se lamentaba en una ocasión de que "año tras año, mes tras mes, este departamento recibe sus quejas y las transmite disciplinadamente a los responsables de los distintos servicios. El resultado, lamento decirlo, es casi nulo". Ahora, un lector que sigue de cerca esta sección, José María Rabanal, de Barcelona, manifiesta al Defensor del Lector que "podría darse por satisfecho si al cabo de los dos años de vigencia de su cargo consigue que sus masters escriban 'haya' en vez de 'halla' cuando se trate del verbo haber; 'silvicultura', y no 'selvicultura'; sepan cuándo han de escribir 'rallar' y cuándo 'rayar'; conozcan la diferencia entre centilitros y centímetros cúbicos, y sepan conjugar el verbo andar". No es descartable que el actual Defensor del Lector concluya su mandato sin resolver estos fallos, pero es seguro que habrá resuelto otros. En todo caso, no hay que olvidar que, más allá de la casuística concreta -asuntos que se resuelven o que se resisten a cualquier solución-, la principal función de este departamento es hacer posible que los lectores participen en un claro ejercicio de control social, junto con las instancias periodísticas y empresariales de EL PAÍS en las tareas de hacer un producto informativo respetuoso siempre con las reglas éticas y profesionales del periodismo. Las abundantes cartas y llamadas telefónicas muestran que los lectores de EL PAÍS se identifican con la labor que desempeña este departamento.,

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

¿Qué expertos?

Miguel A. Arroyo, de Madrid, no sabe a ciencia cierta quiénes son los expertos electorales que, junto al PSOE y a IU, criticaron la decisión de la actual directora del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Pilar del Castillo, de eliminar de las encuestas mensuales de este organismo las preguntas políticas. Las dudas se las ha provocado la lectura del artículo publicado el pasado día 18 de octubre con el título Oposición y expertos critican que el CIS elimine de su encuesta preguntas políticas. Dice este lector que la diferenciación entre políticos del PSOE e IU, en concreto Luis Rodríguez Zapatero y Manuel Alcaraz, respectivamente, y expertos electorales, sin concretar los nombres y acreditaciones de tales expertos, se mantiene a lo largo de la información, que concluye recogiendo las opiniones de Joaquín Arango, Rosa Conde y Julián Santamaría, antecesores en el cargo de la actual directora del CIS. De ello podría deducirse que tales ex pertos son estos antiguos altos cargos socialistas, ya que, según precisa el lector, "los restantes nombres que figuran en el texto aparecían inequívocamente vinculados al PSOE, a IU o al PP" . ¿A qué atribuir tal ambigüedad?, pregunta. El autor de la información, Javier Casqueiro, responde: "Se trata de profesionalidad. Es decir, de respetar las reglas habituales en el periodismo. Cuando un profesional de un sector tan restringido como el de los análisis electorales solicita expresamente que sus opiniones contra una colega se resguarden en el anonimato, es norma en determinados medios de comunicación que así suceda si se considera cualificado a tal experto y si esas opiniones son interesantes"."También situé en el paquete de los expertos a los antecesores de la actual presidenta del CIS porque lo son y porque éstos se manifestaron sobre criterios estrictamente profesionales. Como cité en este sentido a la actual responsable al señalar ésta que había tomado esa decisión por 'razones técnicas y profesionales'. Si les hubiera solicitado una valoración política, no los habría integrado en ese sector porque había también alusiones directas a políticos de distintos partidos, tanto desde fuentes anónimas como con nombres y apellidos".

"Hay que evitar el recurso de disimular como fuentes informativas ('según los observadores', 'a juicio de analistas políticos') aquellas que sólo aportan opiniones. En este supuesto deberá identificarse a la persona consultada". Lo dice el Libro de estilo. Desconocer esta norma ha provocado que en este caso se dé al lector gato por liebre como vulgarmente se dice. Se le induce a creer que esos expertos innominados, por definición independientes e imparciales, es decir, diferenciados de los políticos, son quienes siendo, sin duda, expertos no son ni independientes ni imparciales por ser militantes del PSOE y haber dirigido en su día el CIS por decisión de anteriores Gobiernos socialistas.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al número (91) 337 78 36.

Archivado En