Tribuna:

Postrimerías

El año va tocando a su fin y Madrid también. Nos cuentan los papeles que la ciudad se despuebla, y nos preguntamos tristemente cómo podría ser de otro modo, ya que Gran Jefe Apple Tree sigue, implacable, flagelando a una tribu que ni siquiera es la suya. Cava que cava túneles, zanjas y agujeros, destruye que destruye historia, cultura, belleza, tradición. Limpia que limpia a las siete y media de la mañana, por medio de sus verdugos de los tubos tonantes, calles que estaban mucho más impolutas antes que después. Riega que riega, obsesivamente, mientras diluvia. Multa que multa, injusta y arbitr...

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El año va tocando a su fin y Madrid también. Nos cuentan los papeles que la ciudad se despuebla, y nos preguntamos tristemente cómo podría ser de otro modo, ya que Gran Jefe Apple Tree sigue, implacable, flagelando a una tribu que ni siquiera es la suya. Cava que cava túneles, zanjas y agujeros, destruye que destruye historia, cultura, belleza, tradición. Limpia que limpia a las siete y media de la mañana, por medio de sus verdugos de los tubos tonantes, calles que estaban mucho más impolutas antes que después. Riega que riega, obsesivamente, mientras diluvia. Multa que multa, injusta y arbitrariamente -por medio de sayones importados de tribus feroces y ultramarinas sus aterrorizados súbditos, sean inocentes o no, porque no se trata de punir con razón, sino de dar un escarmiento, propinar aquello que algún congénere definió como "golpe de timón", para que sepan ellos, los administrados, "con quién están hablando"_que decían los vencedores, y los vencedorillos, en los años siguientes a la contienda. Ya está bien de tanta tolerancia y tanto libertinaje: hay que desagraviar a la Virgen, nuestra Madre y Señora, aunque se escandalicen esos rojos disfrazados de demócratas que se habían creído aquello del Estado aconfesional. Si protestan, ni caso, que se chinchen. Al fin y al cabo, se trata de pecadores convictos e inconfesos, y ya se sabe lo que les espera: "¡Id, malditos, al Fuego Eterno!".Si Gran Jefe Apple Tree no estuviera tan endiosado, se preguntaría por qué "su" ciudad se despuebla, le llamaría mínimamente la atención el éxodo de los ciudadanos, le, preocuparía la extraña paradoja de que haya menos gente y no, sin embargo, más sosiego, más calidad de vida, menos tráfico y contaminación, una aminoración de ese estrépito espantoso que, sobre todo por las noches y madrugadas, él produce, a veces en exclusiva. Se preguntaría adónde van los. emigrados, por qué se van (recuerdo un chiste delicioso en otras postrimerías, las del régimen anterior: el caudillo agonizaba en su lecho de muerte. Emocionada, entró en la estancia doña Carmen, se aproximó al enfermo y exclamó: "Paco, están ahí los obispos y los militares, la Falange, representada por sus máximas jerarquías, los procuradores en Cortes, los ministros'... ¡y el pueblo, Paco, el pueblo!". Don Francisco inquirió, como pudo: "¿Y qué quieren?". La señora, dominada por el llanto a fuerza de entereza, respondióle: "¡Vienen a despedirse, Paco!". Y el generalísimo, fiel a sí mismo, preguntó con su penúltimo hilo de voz: "Y... ¿adónde van, Carmen?". Cuestión, pertinente si las hay, que ni siquiera se ha planteado Apple Tree).

Y, claro, A. T., que sin duda se cree también responsable únicamente ante Dios y ante la historia, no sólo hace oídos sordos a las estadísticas del éxodo y a las quejas de los supervivientes, sino que ni siquiera intenta aliviar un poco el indecible sufrimiento de éstos, en evitación de que elijan también, como si fueran zaireños o ruandeses, el triste camino del exilio. Así, tras el vergonzoso fracaso de EDS (los multadores yanquis), su acceso al ciudadano y la revelación de sus deshonestas y posible -mente delictivas triquiñuelas para la extorsión, A. T. declara urbi et orbe "deseo que continúe trabajando para nosotros..." y refuerza su capacidad de presión avalando el uso de testigos pagados al entregar las denuncias. Así, cuando la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad afirma (¡otra burrada! por cierto) que las dioxinas en la atmósfera de Madrid superan por sí solas las producidas globalmente en Estados Unidos, provocando la lógica alarma social, él comenta, tan pancho: "El aire de Madrid es muy sano y no es tóxico. La longevidad de Madrid es una de las mayores de España, así que no estará tan mal el aire" (textual). Será por esa presunta capacidad para convertirnos en centenarios por lo que también amenaza a. los madrileños con una nueva extorsión: el pago de 250.000 pesetas sobre las satisfechas en su día por los aparcamientos privados (máxima obsesión de A. T.) a cambio de la perpetuidad: hasta ahora, sólo se era Propietario durante 75 años de nada. Y, claro, si somos tan longevos...

Seguro, en fin, que Apple Tree no se ha preguntado jamás si A. T. ser buen jefe.

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