Tribuna:

Brigadas

Aunque ya queden pocos de sus integrantes, las Brigadas Internacionales que participaron en la guerra de España siguen representando la juventud del mundo cantada por Alberti y Pasionaria. Llegan a este país en mal momento, cuando los psicópatas del pensamiento único descalifican todo intento de forzar los ritmos históricos, lo intentara Espartaco, la Revolución Francesa, el anarquismo o cualquier fórmula de socialismo utópico o científico.A los partidarios del pensamiento único les crispa incluso el cristianismo crítico, ruido molesto cuando la maravillosa armonía universal conseguida ...

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Aunque ya queden pocos de sus integrantes, las Brigadas Internacionales que participaron en la guerra de España siguen representando la juventud del mundo cantada por Alberti y Pasionaria. Llegan a este país en mal momento, cuando los psicópatas del pensamiento único descalifican todo intento de forzar los ritmos históricos, lo intentara Espartaco, la Revolución Francesa, el anarquismo o cualquier fórmula de socialismo utópico o científico.A los partidarios del pensamiento único les crispa incluso el cristianismo crítico, ruido molesto cuando la maravillosa armonía universal conseguida por el capitalismo salvaje podría ultimarse con un consenso. entre las facciones más señoritas de todas las tendencias: un fin de fiesta social-liberal del que se benefician los barrios más social-pijos de las sociedades más abiertas. A los psicópatas del pensamiento único, el reencuentro en España de los brigadistas les sabe a culpable nostalgia por lo que nunca debió ocurrir, pues en todo conflicto entre lo nuevo y lo viejo merece imponerse lo inevitable: el orden internacional televisivo.

A punto de concluir el siglo de las mayores expectativas y los mayores fracasos, los viejos brigadistas rinden el último servicio de reivindicar la solidaridad como estrategia de defensa de los débiles y la generosidad personal que les llevó a sacrificar el yo en la pira del nosotros. Lástima que no hubieran concedido más crédito a sus propios ojos. -"tú tienes dos ojos, pero el partido tiene mil", B. Brecht dixit-, porque la historia no se habría construido en ocasiones tan a ciegas.

Resistir al fascismo en España en 1936 forjó una esperanza internacionalista, necesaria hoy, mañana, bajo la amenaza global de la camisa de fuerza del pensamiento único de un Big Brother que le salió a Georges Orwell por la culata.

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