Tribuna:

La calle

Ha transcurrido una semana desde que ese señor del PNV reprochara a Iturgaiz su falta de valor para dar la cara en la calle, y en su partido han otorgado por la vía de callar. Se demuestra que la patria, como el colla peleón, es cosa de hombres. Eso no me lo dice usted en la calle. Menuda frase se le escapó el otro día al señor Egibar. Lleva uno oyéndosela toda la vida a lo peor de cada familia. La escupía el chulo del barrio, el matón de clase, el energúmeno vociferante del bar, el subsecretario remangado de Franco, el borracho del fútbol. Siempre que hay un idiota agresivo en dos kilómetros ...

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Ha transcurrido una semana desde que ese señor del PNV reprochara a Iturgaiz su falta de valor para dar la cara en la calle, y en su partido han otorgado por la vía de callar. Se demuestra que la patria, como el colla peleón, es cosa de hombres. Eso no me lo dice usted en la calle. Menuda frase se le escapó el otro día al señor Egibar. Lleva uno oyéndosela toda la vida a lo peor de cada familia. La escupía el chulo del barrio, el matón de clase, el energúmeno vociferante del bar, el subsecretario remangado de Franco, el borracho del fútbol. Siempre que hay un idiota agresivo en dos kilómetros a la redonda, tarde o temprano atraviesa el aire la oración de marras: eso no me lo dice usted en la calle.El señor Egibar, que es portavoz y vive de hablar en nombre de otros, lo ha expresado de un modo más sutil y brutal al mismo tiempo: eso no se lo dice usted a Herri Batasuna en la calle. Con lo que queda confirmado no ya que la patria es una cosa de gente pendenciera, machotes, camorristas, bebedores de garrafón y chulos de barrio, sino que en un atraco con rehenes no habría forma de saber si el PNV se identifica con las víctimas o con los asaltantes. Es decir, que juega a dos barajas y se le acaba de caer una de la manga. El problema de los tramposos es que, una vez descubiertos, lejos de amilanarse, mueven el palillo de dientes de un lado a otro de la boca, escupen en el suelo y te invitan a salir a la calle.Uno ha esperado durante toda la semana que el PNV corrigiera a su belicoso portavoz, pero aquí no ha pasado nada. Habrá que ir asumiendo, pues, que este partido va unas veces de tonto y otras de listo, o que tiene una cara y una careta, aunque no haya manera de distinguir la una de la otra. De todos modos, ya adelanto que no me atrevería a decirle esto al señor Egibar ni a sus amigos en la calle.

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