Tribuna:

Agresiones

Un equipo de expertos en comunicación social trabaja silenciosamente bajo la coordinación del portavoz del Gobierno, señor Miguel Ángel Rodríguez. En un primer momento se temió que el equipo preparara una ley mordaza contra los medios de comunicación, pero el señor Rodríguez ha aclarado que su tarea es decodificar los mensajes audiovisuales que recibe la familia española y detectar las agresiones que pudieran sufrir los receptores más jóvenes. A los mensajes televisivos se les podría atribuir desde la anorexia de nuestras muchachas hasta la vocación de rebeldes, al parecer sin causa, de...

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Un equipo de expertos en comunicación social trabaja silenciosamente bajo la coordinación del portavoz del Gobierno, señor Miguel Ángel Rodríguez. En un primer momento se temió que el equipo preparara una ley mordaza contra los medios de comunicación, pero el señor Rodríguez ha aclarado que su tarea es decodificar los mensajes audiovisuales que recibe la familia española y detectar las agresiones que pudieran sufrir los receptores más jóvenes. A los mensajes televisivos se les podría atribuir desde la anorexia de nuestras muchachas hasta la vocación de rebeldes, al parecer sin causa, de los héroes de la ruta del bakalao, pasando por desórdenes de conducta sexual, que del onanismo pueden llegar a la violación.Si los expertos sumaran las agresiones audiovisuales que recibimos, concluirían que la telebasura que nos ofrece la convergencia en el mal gusto de las televisiones públicas y privadas representa un 90% de los mensajes en curso. Agresiones no a la moral, sino a la inteligencia que debería suponerse a un ciudadano democrático en este fin de milenio. Me temo que los bienintencionados decodificadores de lenguajes no estén en condiciones ni de decodificar ni de filtrar ninguno de los mensajes que están creando reales anorexias y pulsiones de violencia. Esas agresiones no llegan desde los medios de comunicación, sino desde la realidad: el paro, el trabajo precario, el trabajo juvenil esclavo que practican incluso los medios de comunicación que lo critican, la falta de expectativa de los estudiantes y profesionales jóvenes... Ésos son los mensajes agresivos que el establecimiento no erradica, sino que fomenta desde la lógica de un sistema que utiliza todas las violencias para perpetuarse y los mensajes de la industria cultural sólo para legitimar la complicidad colectiva con el tiempo del desprecio.

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