El amor estaba antes

El Ayuntamiento aplaza un pleno de tasas por las bodas acordadas de los concejales

Al hombre le llamaron por teléfono del Ayuntamiento de Madrid el pasado martes: "Mire usted, que su boda no se puede celebrar el próximo día 10 porque hay pleno del Ayuntamiento y los concejales tienen que ir". Y el hombre, Javier Vaquero, de 33 años, pensó, naturalmente, que aquello era una broma de unos amigos.Pero era cierto: el pleno extraordinario de ordenanzas, donde se discutirán y aprobarán los impuestos municipales para el próximo año, se había convocado el lunes pasado para el mismo día y casi a la misma hora que, al menos, una decena de bodas por lo civil, oficiadas por los conc...

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Al hombre le llamaron por teléfono del Ayuntamiento de Madrid el pasado martes: "Mire usted, que su boda no se puede celebrar el próximo día 10 porque hay pleno del Ayuntamiento y los concejales tienen que ir". Y el hombre, Javier Vaquero, de 33 años, pensó, naturalmente, que aquello era una broma de unos amigos.Pero era cierto: el pleno extraordinario de ordenanzas, donde se discutirán y aprobarán los impuestos municipales para el próximo año, se había convocado el lunes pasado para el mismo día y casi a la misma hora que, al menos, una decena de bodas por lo civil, oficiadas por los concejales de distrito. El que lo convocó no había caído en ello. Y para sacar las leyes adelante hacen falta casi todos los votos de los ediles del PP, dada la ajustada composición del pleno: 30 concejales del PP, 16 del PSOE y 9 de IU. Así que disciplina de partido: nada de irse por ahí a casar a nadie hasta que estén aprobados los impuestos del año que viene.

Vaquero llamó a su novia y después al restaurante encargado de organizar el banquete. La primera pilló un pequeño berrinche. El segundo respondió, diligentemente, que no existía problema en un principio: la comida se podía celebrar el día 11, fecha dada por, el municipio como alternativa.

Pero este tozudo ingeniero de telecomunicaciones no se resignó. "Pensé que no podía callarme así como así y luego explicar a mis hijos que ni siquiera peleé para que no cambiaran el día de mi boda, apalabrada meses antes", cuenta Vaquero.

Y así, al día siguiente, el miércoles, el ingeniero, de teléfono en teléfono, empezando por el de información del Ayuntamiento, tras exponer su problema a cuanto funcionario se ponía al otro lado del cable, consiguió hablar con la mismísima secretaria del alcalde José María Álvarez del Manzano.

Y ésta explicó al alcalde, y éste decidió y comunicó a los concejales del PP y a los de la oposición que había que arreglar el asunto, y al final, el miércoles por la tarde, otra empleada municipal llamaba a Vaquero: "Que sí, que usted y los demás van a poder, casarse cuando estaba acordado. El pleno de los impuestos se aplaza a la tarde, después de las bodas". Vaquero respiró. "Todos me trataron amabilísimamente por teléfono. Y eso que yo no conozco a nadie en el Ayuntamiento", dice.

Así, sólo cuando el ingeniero y su novia -y el resto de parejas- estén casados, los concejales comenzarán a discutir sobre dinero: el PP propondrá que la grúa cobre 1.000 pesetas menos, las piscinas un 11% más y que los impuestos suban un 2,6%. La oposición protestará -Enrique Tierno, del PSOE, denunció ayer el "vampirismo popular"-.

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Pero a no ser que más de cinco concejales del PP se queden al banquete, y su partido pierda por eso la mayoría, todo estará aprobado alrededor de las nueve de la noche.

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