González pide al PSOE que no responda a los ataques del PP para evitar una fractura social"

Felipe González adoptó ayer un tono trascendente, y a veces dramático, para pedir a los socialistas que no respondan a las "'agresiones" del PP ni caigan en la demagogia, ya que, según dijo, existe el peligro de que en España "haya una fractura social de nuevo irreconciliable" y "está en juego un sistema de convivencia en libertad". Ante centenares de militantes reunidos en Valladolid para unas jornadas sobre política autonómica, evocó el "instinto homicida" de la política española en los dos últimos siglos y rechazó la práctica "cainita de intentar liquidar al adversario".

El líder soc...

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Felipe González adoptó ayer un tono trascendente, y a veces dramático, para pedir a los socialistas que no respondan a las "'agresiones" del PP ni caigan en la demagogia, ya que, según dijo, existe el peligro de que en España "haya una fractura social de nuevo irreconciliable" y "está en juego un sistema de convivencia en libertad". Ante centenares de militantes reunidos en Valladolid para unas jornadas sobre política autonómica, evocó el "instinto homicida" de la política española en los dos últimos siglos y rechazó la práctica "cainita de intentar liquidar al adversario".

El líder socialista ofreció al Partido Popular "un pacto político" en política exterior y para la construcción del Estado autonómico. De entrada, anunció que se opone a que todas las comunidades autónomas tengan capacidad para disolver sus parlamentos. "Habría elecciones en España cada tres meses", auguró.A cinco meses de la constitución del Gobierno del PP, González dio una serie de pautas respecto a cómo deben comportarse los socialistas hasta las próximas elecciones. "La oposición también tiene poder, y, por tanto, responsabilidad".

González asegura que su obligación es defender los intereses de España. Con referencias continuas a la responsabilidad, el líder socialista dio un claro aviso a los suyos, en un tono dramático, sobre los peligros para la convivencia que pueden sobrevenir si su partido responde a las "agresiones" del PP con el mismo tono. Todo ello venía a cuento de las manifestaciones del vicepresidente del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, que recientemente acusó a González de organizar los GAL en la "bodeguilla" de La Moncloa, y al continuo estribillo del Gobierno de que el PSOE, y concretamente su líder, está inhabilitado para hacer oposición.

"Que nadie se engañe. Los ataque! hacia mí no responden a un problema personal, sino que van contra el proyecto que representamos. Y parece que no ponen límites en la falta de respeto a las reglas del juego", señaló. Para González, según sea el comportamiento de los socialistas, estará o no en juego en España nada menos que "un sistema de convivencia", por lo que pidió con vehemencia a los suyos que no se dejen condicionar por los ataques que reciban. "Sería fácil responder al insulto, pero me preocupa que haya una fractura social de nuevo irreconciliable".

Para dejar claro que estaba refiriéndose a enfrentamientos civiles, recordó que en España se había superado "la cuestión religiosa, la cuestión militar" e incluso "la lucha de clases". Inmediatamente precisó esto último, al afirmar que continuaban las diferencias sociales, pero los conflictos que de ello se derivaban antes ya no son dramáticos.

González desgranó durante casi dos horas sus puntos de vista sobre las medidas más importantes del Gobierno. Dio un sí firme al pacto de pensiones entre el Ejecutivo y los sindicatos, y sus críticas se centraron en la política autonómica.

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La preocupación de González está en que el Ejecutivo central vaya dejando poco a poco de tener presencia en las comunidades autónomas. "El Gobierno está de retirada", dijo, al mostrar su rechazo a que la figura del gobernador civil sea sustituido por un funcionario con categoría de subdirector general.

El líder del PSOE expresó su rechazo a que en la futura reforma de los estatutos de vía lenta, derivados del artículo 143 de la Constitución, se dé a cada comunidad potestad para disolver su Parlamento. "Afirmo solemnemente que España entraría en un proceso según el cual cada tres meses habría elecciones. Y con cada resultado, se pondría en cuestión la legitimidad de todo".

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