300 locos en busca de un libro

La presentación de la novela de Ángeles Mastretta acabó en una fiesta con mariachis

Los lectores de novelas esas personas a las que el pico describe por lo general como solitarias y silenciosas, organizaron ayer una auténtica fiesta pasional con mariachis, tequila y persecuciones amorosas. 300 tipos mordidos por el veneno de la literatura abarrotaron por completo, primero, una sala del Círculo de Bellas Artes para asistir a la presentación de la última novela publicada de la escritora mexicana Angeles Mastretta, Mal de amores.Después escucharon a Joaquín Leguina, ex-presidente de la Comunidad y novelista, al escritor uruguayo Mario Benedetti y a Mastretta hablar sobre la nece...

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Los lectores de novelas esas personas a las que el pico describe por lo general como solitarias y silenciosas, organizaron ayer una auténtica fiesta pasional con mariachis, tequila y persecuciones amorosas. 300 tipos mordidos por el veneno de la literatura abarrotaron por completo, primero, una sala del Círculo de Bellas Artes para asistir a la presentación de la última novela publicada de la escritora mexicana Angeles Mastretta, Mal de amores.Después escucharon a Joaquín Leguina, ex-presidente de la Comunidad y novelista, al escritor uruguayo Mario Benedetti y a Mastretta hablar sobre la necesidad de las mentiras, del humor y de los libros. Y de la pasión: precisamente Leguina comentó que esta novela se lee con auténtica pasión porque "uno quiere ver cómo termina pero no quiere que se acabe".

Cuando todo esto finalizó, los fanáticos de la literatura se lanzaron a un vestíbulo libro en ristre para escuchar a un grupo de mariachis y a la escritora atacar juntos con el desgarro y la tristeza requeridos la ranchera Cuando nos dejen, del más emblemático -y pasional- compositor popular mexicano, José Alfredo Jiménez, aquel que en su tumba en Guanajuato mandó escribir como epitafio: "La vida no vale nada; no vale, nada la vida".

Por la sala circulaban camareros con bandejas llenas de copas de Margarita, bebida resultante de mezclar tequila, zumo de limón, sal y Cointreau, que los pasionales lectores tomaron con liberalidad.

¿Y las persecuciones amorosas? De eso puede hablar bien la escritora homenajeada: decenas de lectores la siguieron sin descanso hasta que Mastretta decidió sentarse en una escalera a firmar ejemplares.

No habían bastado los 350 libros que esta escritora ya había dedicado una hora antes en la librería Crisol del Círculo de Bellas Artes. Pero ella firmó con gusto. Con la cara de pasmo y alegría que se pone cuando se descubre a alguien que "comparte los sueños de uno".

"Yo les entrego mis mañanas solitarias escribiendo el libro y ellos me devuelven su cariño", resumió la escritora mexicana.

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Y así, mientras los que ya tenían el libro firmado y los tequilas calientes en el estómago comenzaban a entonar a voz en grito Guadalajara, Guadalajara, en la escalera, una chica con el aire tímido que saca en algunas películas Winona Ryder tendía el libro a Mastretta con devoción religiosa, roja como un tomate. Una vez dedicado, la muchacha lo guardó en el bolso y se deslizó, todavía colorada, a la calle.

Fue una buena fiesta literaria, según los asistentes, de la que se puede escribir lo mismo que cuenta Joaquín Leguina de una buena novela devorada con pasión: uno no quiere que se acabe pero a la vez está deseando ver cómo termina.

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