TRAGEDIA EN EL PIRINEO

22 psicólogos han ayudado a las familias a superar el golpe

Un total de 22 psicólogos y psiquiatras se han repartido estos días entre Jaca y Biescas para atender a las familias destrozadas por la riada. La necesidad de su presencia era evidente desde la primera noche. Familias vagando por las calles, rompiendo en sollozos o abrazándose en medio de la histeria que producía el reencuentro, se sucedieron en las horas siguientes al arrasamiento del cámping Las Nieves.Los psicólogos repiten una y otra vez que "lo más importante es que nunca estén solas las personas que han vivido la tragedia". Hay que estar con ellas " de forma permanente", explican,"y deja...

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Un total de 22 psicólogos y psiquiatras se han repartido estos días entre Jaca y Biescas para atender a las familias destrozadas por la riada. La necesidad de su presencia era evidente desde la primera noche. Familias vagando por las calles, rompiendo en sollozos o abrazándose en medio de la histeria que producía el reencuentro, se sucedieron en las horas siguientes al arrasamiento del cámping Las Nieves.Los psicólogos repiten una y otra vez que "lo más importante es que nunca estén solas las personas que han vivido la tragedia". Hay que estar con ellas " de forma permanente", explican,"y dejarlas que lloren y que revivan la tragedia, pero sobre todo que no se sientan solas".

José María González puntualiza, sin embargo: "Hay que evitar la desesperación, pero sin ahogar los sentimientos. La presencia de familiares en los momentos más duros complica la situación, porque se mezclan las emociones de todas las personas". González deja claro que "los familiares tienen que asumir que han perdido a un ser querido y eso sólo pueden hacerlo ellos".

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Los niños, pese a lo que se podría suponer, "son los que mejor se recuperan". Sus sentimientos son menos profundos, según los expertos, "y son capaces de superar las situaciones duras y adaptarse mejor a las nuevas".

Los momentos más difíciles se producen, según los psicólogos, "el segundo día, cuando ya ha pasado el golpe de la confirmación de la pérdida de un ser querido y se comienza a asimilar todo".

El riesgo máximo es que los afectados desarrollen un síndrome obsesivo que, según González, se puede concretar en incapacidad para volver a un cámping o refugiarse de forma permanente en su casa. Uno de los psicólogos que le acompaña matiza, por contra, que la experiencia demuestra que los afectados por grandes catástrofes se recuperan con cierta normalidad".

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