La Guardia Civil teme que el 'cartel de Cali' vengue con sangre el robo de su alijo

Una guerra entre bandas mafiosas está a punto de estallar. La incautación este fin de semana de un alijo de 156 kilos de cocaína, valorado a precio de mercado en 2.500 millones, ha puesto en pie de guerra al cartel de Cali, una de las más poderosas organizaciones del narcotráfico internacional. La droga requisada por la Guardia Civil había sido robada por una banda española a los colombianos. Con la intervención policial se ha puesto al descubierto el robo y la identidad de sus autores -de los que sólo se ha facilitado las iniciales de tres detenidos- Los investigadores aseguran que ahora el ...

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Una guerra entre bandas mafiosas está a punto de estallar. La incautación este fin de semana de un alijo de 156 kilos de cocaína, valorado a precio de mercado en 2.500 millones, ha puesto en pie de guerra al cartel de Cali, una de las más poderosas organizaciones del narcotráfico internacional. La droga requisada por la Guardia Civil había sido robada por una banda española a los colombianos. Con la intervención policial se ha puesto al descubierto el robo y la identidad de sus autores -de los que sólo se ha facilitado las iniciales de tres detenidos- Los investigadores aseguran que ahora el cartel de Cali ajustará la cuentas y buscará hasta la muerte a los dos españoles -padre e hijo- que consiguieron zafarse del cerco policial.Las pesquisas que han destapado el caso se iniciaron hace dos meses, cuando la Guardia Civil, tras la llamada de una vecina, localizó un chalé de Manzanares el Real (2.900 habitantes) que ocultaba 75 kilos de cocaína (véase EL PAÍS de ayer). La vivienda era el depósito de la banda española.

PASA A LA PAGINA 4

"Los 'narcos' han perdido 2.500 millones y no van cruzarse de brazos", dice Guardia Civil

VIENE DE LA PÁGINA 1La banda española, siempre según la Guardia Civil, estaba formada por cinco quinquis (miembros de una determinada extracción socioétnica, generalmente de vida ambulante y vendedores de mercancías de poco valor como la quincalla) que se habían embarcado en el tráfico de drogas. Más de una vez habían comprado cocaína al cartel de Cali y presumiblemente también más de una vez les habían robado sin que la organización colombiana supiese quién era el autor. De hecho, los investigadores consideran que los 75 kilos de droga del chalé de Manzanares eran fruto de un robo a los colombianos.

Para evitar ser descubiertos, la banda española extremaba el cuidado. Por ejemplo, en el chalé de Manzanares habían borrado las huellas dactilares, de forma que cuando la Guardia Civil entró en la vivienda la encontró limpia de pistas. Asimismo, para dificultar su localización, los quinquis vivían en autocaravanas, en un cámping de El Escorial.

Todas esta medidas habían contribuido en los dos últimos años a su prosperidad. Disponían de un negocio de compraventa de coches de lujo en Móstoles, habían abierto una tienda de todo a 100 y poseían dos autocaravanas, una furgoneta, un Audi 4, dos Mercedes 500 y un Mercedes 600. También pagaban espléndidamente: al hombre que transportaba la droga en la furgoneta le iban a dar 40 millones de pesetas por el porte.

La principal fuente de sus ingresos, según la Guardia Civil, la constituía el robo de alijos. Gracias a sus contactos legales con el cartel de Cali, para quien supuestamente distribuían la cocaína, conocían los entresijos de la organización colombiana. Sabían, por ejemplo, dónde ocultaba la droga. Con estos datos, contrastados con largos seguimientos a los narcos, preparaban sus golpes.

Así ocurrió el pasado viernes por la noche, cuando la banda española asaltó el depósito del cartel de Cali ubicado en un chalé de la calle de Burgo de Osma (Hortaleza). Los delincuentes españoles habían seguido milimétricamente los movimientos de los colombianos. Para esta tarea emplearon una furgoneta R-4 blanca, que disponía de nevera, visillos e incluso un orificio por el que los ocupantes podían orinar sin salir del vehículo -de esta forma evitaban ser vistos-.

A las diez de la noche decidieron actuar. En el chalé había unas mujeres custodiando el alijo. La banda española entró, las amordazó y cargó la droga en la furgoneta. Fuera les esperaba la sorpresa. Durante sus seguimientos al cartel de Cali, la banda española había calculado todo, excepto que también fuese objeto de vigilancia, y menos que ésta corriese a cargo de la Guardia Civil. Cuando la furgoneta salió del chalé y enfiló por la calle de Arturo Soria, se encontró con la Policía Judicial de la 112 Comandancia de la Guardia Civil, que les vigilaba desde el hallazgo en el chalé de Manzanares. Los tres sospechosos que iban en el vehículo -E. A. R., M. D. S. y J. A. D. S.- fueron detenidos.

Tiroteo y persecución

Otros dos miembros de la banda -padre e hijo-, que vigilaban la operación desde un Audi 4, entraron en liza. Sacaron las escopetas recortadas y empezaron a disparar contra la Guardia Civil en un intento de liberar a sus compinches y recuperar la droga. Cuando el ataque fue repelido por la Guardia Civil, los dos delincuentes emprendieron la huida. Un capitán de la Guardia Civil les persiguió en su vehículo, un Ford Escort 1.6 válvulas. Apretó el acelerador hasta alcanzar los 180 kilómetros por hora, pero ni así consiguió darles alcance. Padre e hijo habían huido.

La Guardia Civil considera a los dos prófugos -de los que no ha facilitado el nombre- delincuentes muy peligrosos, de gatillo fácil y dispuestos a todo. "El caso es que ahora el cartel de Cali ya sabe quién les robaba y va a ir a por ellos y a por todos los que estén cerca. Los narcos han perdido más de 2.500 millones de pesetas, y no van a quedarse con los brazos cruzados", comentó un jefe de la investigación.

Esta perspectiva hace temer a los agentes que el cartel de Calí envíe emisarios a España o contrate a asesinos a sueldo para ajustar las cuentas. Ante la posibilidad de un baño de sangre, la Guardia Civil ha acelerado las investigaciones para dar con los dos prófugos. También se investiga la célula del cartel de Cali que ocultaba la droga en la calle de Burgo de Osma.

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