Editorial:

Pacto antiterrorista

LA MESA del Pacto de Madrid dio ayer un paso más hacia la recuperación del consenso de las fuerzas parlamentarias en la lucha contra ETA. Pero el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, está en lo cierto al considerar que los partidos democráticos deben realizar todavía un esfuerzo suplementario para eliminar las desconfianzas mutuas surgidas entre. los firmantes del Pacto.Sin duda ninguna, el Partido Popular alimentó no pocas de esas desconfianzas durante la etapa final de la pasada legislatura, con su oposición pública a algunas medidas de política antiterrorista adoptadas entonces por el ...

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LA MESA del Pacto de Madrid dio ayer un paso más hacia la recuperación del consenso de las fuerzas parlamentarias en la lucha contra ETA. Pero el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, está en lo cierto al considerar que los partidos democráticos deben realizar todavía un esfuerzo suplementario para eliminar las desconfianzas mutuas surgidas entre. los firmantes del Pacto.Sin duda ninguna, el Partido Popular alimentó no pocas de esas desconfianzas durante la etapa final de la pasada legislatura, con su oposición pública a algunas medidas de política antiterrorista adoptadas entonces por el PSOE. El PP ha modificado sustancialmente su discurso desde que ha llegado al Gobierno, y en buena medida es ese giro el que ha permitido restablecer el consenso. El nuevo titular de Interior reclama, como lo hizo su predecesor con escaso éxito, que las diferencias se diriman en el seno del propio Pacto, porque todo lo demás viene a reforzar a ETA.

La reunión de Madrid se sitúa en una línea de continuidad y complementariedad con la última de Ajuria Enea, cuyo comunicado constituyó un ejemplo de serenidad, sensatez y generosidad frente al envite planteado por la corta tregua , vocablo este carente de contenido cuando la banda terrorista mantenía secuestrado al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. Cerrada esta pausa, con granadas y bombas en Navarra y en la Costa del Sol, no tenía sentido intentar que de Madrid saliera un nuevo texto.

La Mesa de Ajuria Enea ya mostró los márgenes y los límites de su disposición al diálogo. Ir más allá sería un disparate. Mucho más cuando ETA ha recuperado el único discurso político que conoce: el de las bombas. Ya no cabe ninguna duda de que la tregua fue sólo una trampa. Puestas así las cosas, las fuerzas democráticas no pueden seguir enarbolando la bandera del diálogo como si nada estuviera pasando. Sería positivo que los reciente s movimientos de ETA hubieran contribuido al consenso del frente democrático. Eso es lo que a la larga hace más daño a la banda terrorista, junto a un acoso policial permanente y eficaz, para lo cual España cuenta ahora con una mayor cooperación internacional.

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El Pacto de Madrid insistió también en la necesidad de combatir la violencia de ETA y de su mundo desde la sociedad y desde la política. De ahí la importancia del acercamiento selectivo de presos y del retorno de etarras del extranjero, pues tales movimientos inciden en el mundo de ETA y contribuyen a descolgar de la lucha armada a algunos de sus seguidores.

"Hacer más y hablar menos", dijo por el PSOE José María Benegas, y en este sentido no resulta muy acertado haber quemado la línea abierta, aparentemente a petición de ETA, por el premio Nobel Pérez Esquivel. De enero aquí, en tan sólo unos meses se ha recompuesto una unidad de las fuerzas democráticas contra ETA, unidad que hay que cultivar. En términos políticos, el trecho que falta es menor que el, recorrido. En términos temporales, es imprescindible la perseverancia.

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