Un experto en bioética de EE UU defiende limitar el uso de altas tecnologías sanitarias en ancianos

Destacados expertos internacionales en Bioética, reunidos ayer en Madrid por la Fundación Ciencias de la Salud, apostaron por una mejora de la gestión y del ejercicio de la sanidad frente. al recorte de prestaciones que planea sobre las sociedades modernas, agobiadas por el crecimiento imparable de los gastos sociales. Todos menos uno. Daniel Callahan, fundador y presidente de uno de los centros de investigación sobre ética en medicina y biología más importantes del mundo, el Hastings de Nueva York, defendió abiertamente "poner límites a la asistencia sanitaria de los mayores", en especial la ...

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Destacados expertos internacionales en Bioética, reunidos ayer en Madrid por la Fundación Ciencias de la Salud, apostaron por una mejora de la gestión y del ejercicio de la sanidad frente. al recorte de prestaciones que planea sobre las sociedades modernas, agobiadas por el crecimiento imparable de los gastos sociales. Todos menos uno. Daniel Callahan, fundador y presidente de uno de los centros de investigación sobre ética en medicina y biología más importantes del mundo, el Hastings de Nueva York, defendió abiertamente "poner límites a la asistencia sanitaria de los mayores", en especial la de alta tecnología, por su coste y dudosa eficacia a ciertas edades. Las teorías de Callahan, que sitúa la línea divisoria a partir de los 15 años, han suscitado en Estados Unidos, varios libros y cientos de artículos en contra.El investigador consideró que ni la mejora de la gestión puede abaratar los costes sanitarios y que es "injusto" que cada vez menos jóvenes sostengan con sus impuestos a la sociedad envejecida de las próximas décadas. El papel de la sanidad "sería primero ayudar a los jóvenes a llegar a viejos y sólo después ayudar a los viejos a prolongar su vejez".

En la práctica clínica de algunos sistemas sanitarios ya se han discutido estos aspectos, en especial el acceso de las personas mayores deterioradas a trasplantes de órganos o a complicadas intervenciones cardiacas para alargar la vida, a veces, pocos meses. Callahan consideró que es una "medida razonablemente objetiva", orientada a distribuir los recursos entre todos los grupos de edad "y no desviar la mayor parte hacia los ancianos".

Radicalmente distinta es la visión de Edmund D. Pellegrino, catedrático de Medicina en la Universidad de Georgetown (Washington), para quien este tipo de soluciones subestiman el impacto económico positivo que tienen los adelantos tecnológicos, "ya que si se pudieran curar enfermedades graves como el Alzheimer, además del sufrimiento humano que se evitaría, se ahorrarían muchos gastos de residencias y asistencia terminal". En opinión de Pellegrino, compartida ayer por otros ponentes, "la ética, y no la economía, debe ser el criterio para evaluar cualquier reforma sanitaria". Ambos investigadores son consejeros del recién inaugurado Instituto de Bioética español, que preside el catedrático Diego Gracia.

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