Cartas al director

El caballo Remondo

Madrid.

Desde este rincón del periódico, un Remondo, que conserva su nombre, se dirige a los poderes fácticos que un día osaron traficar con tan honroso apellido. En el pecado de cambiar arbitrariamente el nombre de pila del caballo por otro, aunque noble, para él desconocido y extraño, lleváis la penitencia de que el noble bruto no responda ahora a los acicates y estímulos de antes. No os extrañéis de que se encuentre desconcertado. No se viene abajo en cuatro días la noble casta que, sin duda, posee.Los Remondo, que no renegamos de nuestra estirpe, seguimos a la altura de siemp...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Madrid.

Desde este rincón del periódico, un Remondo, que conserva su nombre, se dirige a los poderes fácticos que un día osaron traficar con tan honroso apellido. En el pecado de cambiar arbitrariamente el nombre de pila del caballo por otro, aunque noble, para él desconocido y extraño, lleváis la penitencia de que el noble bruto no responda ahora a los acicates y estímulos de antes. No os extrañéis de que se encuentre desconcertado. No se viene abajo en cuatro días la noble casta que, sin duda, posee.Los Remondo, que no renegamos de nuestra estirpe, seguimos a la altura de siempre. Y no defraudamos a nadie, ajenos, como estamos, a famas ostentóreas y a ruinas alarmantes.-

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En