Mañana de nervios en el Supremo

Una amenaza de bomba, un aparatoso accidente de tráfico y el desalojo y registro del palacio del Tribunal Supremo provocaron ayer una mañana de nervios y desconcierto en las Salesas, el centro neurálgico de la Administración de Justicia.Poco después de las once de la mañana, cuando acaba de finalizar una diligencia de careo entre el ex secretario de Estado Rafael Vera y el ex director de la Guardia Civil Luis Roldán, las fuerzas de seguridad ordenaron un desalojo urgente del edificio tras recibirse una llamada que advertía de la colocación de tres bombas en el palacio del Tribunal Supremo.
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Una amenaza de bomba, un aparatoso accidente de tráfico y el desalojo y registro del palacio del Tribunal Supremo provocaron ayer una mañana de nervios y desconcierto en las Salesas, el centro neurálgico de la Administración de Justicia.Poco después de las once de la mañana, cuando acaba de finalizar una diligencia de careo entre el ex secretario de Estado Rafael Vera y el ex director de la Guardia Civil Luis Roldán, las fuerzas de seguridad ordenaron un desalojo urgente del edificio tras recibirse una llamada que advertía de la colocación de tres bombas en el palacio del Tribunal Supremo.

Aunque la llamada fue atribuida por los agentes de seguridad a unas personas que poco antes habían intentado, sin éxito, ver al presidente del Tribunal Supremo, el edificio fue desalojado completamente.

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La salida de los primeros funcionarios coincidió con un pequeño choque de vehículos, pero que provocó el vuelco casi inverosímil de una furgoneta en la calle del General Castaños. El ruido, la situación en que quedó el vehículo, -a escasos metros de la Audiencia Nacional- y las carreras de fotográfos y cámaras de televisión que acababan de filmar la salida de Rafael Vera, provocaron escenas de desconcierto y de temor de un nuevo atentado.

El vehículo siniestrado impidió en un primer momento el acceso del furgón de la Guardia Civil con material de detección de explosivos, que tuvo que dar un rodeo por varias calles para poder llegar frente a la entrada principal del palacio. Para entonces, una veintena de magistrados del Supremo y varias docenas de funcionarios ocupaban la explanada frontal del edificio con caras de resignado fastidio.

Los desactivadores inspecccionaron las dependencias con un perro especializado y una hora más tarde los funcionarios fueron autorizados a reintegrarse a sus despachos.

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