Cartas al director

La campaña electoral en Israel

Comparando el contenido de los artículos de su enviado especial Javier Valenzuela y de su corresponsal habitual Juan Carlos Gumucio, por una parte, con el de los tres israelíes, Joseph Alpher, A. B. Yehoshúa y Moshe Shamir, por la otra, todos ellos acerca de la campaña electoral en Israel y todos ellos publicados en la misma fecha (23 de mayo de 1996) en EL PAÍS, asombra la discrepancia entre unos y otros en cuanto al clima social que preside este momento en ese país.Según los primeros, los candidatos y sus partidos se están "arrojando cadáveres" (y no sólo de víctimas del terrorismo) a la cab...

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Comparando el contenido de los artículos de su enviado especial Javier Valenzuela y de su corresponsal habitual Juan Carlos Gumucio, por una parte, con el de los tres israelíes, Joseph Alpher, A. B. Yehoshúa y Moshe Shamir, por la otra, todos ellos acerca de la campaña electoral en Israel y todos ellos publicados en la misma fecha (23 de mayo de 1996) en EL PAÍS, asombra la discrepancia entre unos y otros en cuanto al clima social que preside este momento en ese país.Según los primeros, los candidatos y sus partidos se están "arrojando cadáveres" (y no sólo de víctimas del terrorismo) a la cabeza, gesto difícilmente conciliable con la tranquilidad de la campaña, rayana en el aburrimiento, según los segundos. Si se piensa que, a su vez, los tres israelíes ostentan posiciones políticas marcadamente discrepantes entre sí, resulta irresistible la hipótesis de que entre sus corresponsales y los testigos israelíes media algo más que una diferencia de vivencias.

Es como si (y conste que digo: "es como si") los israelíes coincidieran en sus apreciaciones pese a sus respectivas posiciones políticas, mientras que sus corresponsales coincidieran a causa de las suyas propias. En otras palabras, la objetividad de los israelíes frente a los prejuicios de sus corresponsales. .

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