Entrevista:

"El deporte escolar está muy abandonado"

Ha dedicado 13 de sus 40 años a la docencia, que siempre compatibilizó con su pasión por el fútbol. Después de mucho tiempo impartiendo clases e inglés en institutos de toda Galicia y entrenando equipos modestos, a Fernando Vázquez le llegó este año la oportunidad de dirigir al Compostela, un conjunto de Primera División. Vázquez ha abandonado las aulas, pero en el banquillo, donde ha sido una de las grandes revelaciones de la temporada, no ha perdido su aire profesoral, ni su preocupación por el deporte de base.Pregunta. Hay futbolistas que incluso llaman a los entrenadores profesor. ¿...

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Ha dedicado 13 de sus 40 años a la docencia, que siempre compatibilizó con su pasión por el fútbol. Después de mucho tiempo impartiendo clases e inglés en institutos de toda Galicia y entrenando equipos modestos, a Fernando Vázquez le llegó este año la oportunidad de dirigir al Compostela, un conjunto de Primera División. Vázquez ha abandonado las aulas, pero en el banquillo, donde ha sido una de las grandes revelaciones de la temporada, no ha perdido su aire profesoral, ni su preocupación por el deporte de base.Pregunta. Hay futbolistas que incluso llaman a los entrenadores profesor. ¿Existe una similitud entre ambos trabajos?

Respuesta. Sí, hay muchas cosas en común. Aunque parezca una tontería, en el fútbol también hay un fenómeno de aprendizaje: tú tienes que comunicar ideas a tus jugadores para que las aprendan y las apliquen en un terreno de juego. A mí me ha servido de mucho la formación pedagógica y universitaria, sobre todo en lo que se refiere a la relación con el futbolista.

P. Los futbolistas suelen ser gente joven, a veces sin madurar ¿El entrenador también tiene que formar personas?

R. Por supuesto. Entrenar es dirigir, pero antes de eso tienes que compartir y eso significa comunicarte, convencer, llegar a puntos de vista comunes... Todo esto depende también del nivel de los futbolistas, que ha mejorado mucho en los últimos años. Ahora te puedes encontrar hasta a universitarios, gente cada vez más preparada, como reflejo de lo que ocurre en la sociedad en general.

P. Pero muchos aún tienen la mala costumbre de abandonar los estudios cuando empiezan a jugar.

R. El mundo del fútbol exige mucha dedicación, pero eso no debería empujar a dejar los estudios. Entrenar cuatro o cinco horas diarias, como mucho, no debería ser incompatible con estudiar. La mayoría de los futbolistas lo dejan por comodidad. Y no deberían hacerlo porque la formación les ayudaría también a ser mejores futbolistas. No en el aspecto técnico, pero sí en el táctico y en su personalidad. La técnica en el fútbol es sólo un punto de partida, pero luego hay otros valores tan importantes como ella.

P. ¿Se cuida el deporte en la escuela?

R. No, está fatal. El deporte escolar está totalmente abandonado y no tiene ningún prestigio. Apenas hay horas lectivas y tampoco espacio suficiente. Y si eso es así en básica y bachillerato, cuando llegas a la Universidad, ya desaparece por completo. Creo que a esas edades habría que compaginar el deporte escolar y el federado. Es una asignatura pendiente, que habría que mejorar para que saliesen en nuestro país deportistas de verdad.

P. ¿Qué aporta el deporte a la formación de la personalidad?

R. Es una escuela de vida, sobre todo los deportes colectivos, que funcionan como una sociedad en pequeño. Te enseñan a trabajar en equipo y a cultivar valores como la solidaridad, el compañerismo, la amistad o la renuncia. Aprendes a perder, asimilas la idea de que la derrota es una parte del camino de la vida, y también a ganar sin perder el respeto a los compañeros.

P. ¿Pero no cree que se ha exacerbado en exceso el espíritu competitivo?

R. Saber competir es formativo porque implica afán de superación. La vida es competitividad. Eso no es malo que lo cultiven los chavales, aunque es verdad que a veces son los mayores los que no saben ganar ni perder y así se lo trasladan a ellos. Los chavales olvidan pronto las derrotas, pero si hay un entrenador que los desprecia cuando pierden, entonces les está inculcando sentimientos negativos. Da la sensación de que en este mundo, sobre todo en el deporte profesional, sólo es bueno el que gana. Los chavales, sin embargo, no lo viven así. En este terreno a veces hacen mucho daño los padres, que tratan a sus hijos de modo distinto cuando pierden.

P. ¿Y no se corre el riesgo de que los muchachos tomen mal ejemplo de ese fenómeno violento que a veces aparece asociado al fútbol?

R.Tampoco es tan exagerada la violencia en el deporte. Que haya algún problema en una reunión de 100.000 espectadores es casi normal. Hay más problemas en una sala de fiestas que en un campo de fútbol. Sí hay que corregir algunas cosas, como por ejemplo lo que ha ocurrido en el fútbol español este año, que ha sido uno de los más agresivos en cuanto a declaraciones públicas. Eso sí es una mala escuela. Debería haber una especie de pacto ético de comportamiento sobre el terreno de juego, como ocurre en otros países. Que no se dé ese mal ejemplo a los chavales de engañar a los árbitros o a los propios compañeros. Ni que los entrenadores y los directivos nos dediquemos a atacarnos entre nosotros.

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