Cartas al director

Descortesía

Mi nombre es Edelweiss Mata Cortés, y soy alumna de tercero de BUP en el colegio Nuestra Señora de la Consolación. El pasado día 19, en una visita con mis compañeros y profesoras a la exposición de Goya tuve una experiencia que me hizo sentir avergonzada ante el comportarmiento que mostraron los empleados de esa institución.Para que usted juzgue los hechos, voy a tratar de relatárselos conforme se produjeron.

El grupo de nuestro colegio se componía de algo más de cien alumnos y tres profesoras. Al iniciar la visita, un empleado, del museo se acercó a una de nuestras profesoras y le ind...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Mi nombre es Edelweiss Mata Cortés, y soy alumna de tercero de BUP en el colegio Nuestra Señora de la Consolación. El pasado día 19, en una visita con mis compañeros y profesoras a la exposición de Goya tuve una experiencia que me hizo sentir avergonzada ante el comportarmiento que mostraron los empleados de esa institución.Para que usted juzgue los hechos, voy a tratar de relatárselos conforme se produjeron.

El grupo de nuestro colegio se componía de algo más de cien alumnos y tres profesoras. Al iniciar la visita, un empleado, del museo se acercó a una de nuestras profesoras y le indicó que debíamos ir dispersados -"no pueden ir apelotonados"- para no organizar un tumulto. De acuerdo con su mandato, nuestras profesoras nos aconsejaron separarnos.

Minutos después, otro vigilante se me acercó y me ordenó que avisara a alguna profesora o todo el grupo se marcharía del recinto; yo obedecí, y este hombre dictaminó a nuestra instructora que no podíamos ir dispersados, sino que debíamos permanecer junto a la tutora; mi maestra respondió que al ser tantos era imposible que los alumnos se repartieran entre tres profesoras, pero el guarda replicó que debíamos cumplir las normas o tendrían que expulsarnos.

Así pues, íbamos observando los cuadros acompañados de nuestras maestras cuando otra vigilante se nos acercó diciendo que estaba prohibido comentar los cuadros dentro de la exposición; al no comprender las causas, tratamos de obtener una explicación, mas esta mujer, en lugar de concedérnosla, nos acusó de ser unos maleducados por haber estado organizando un escándalo en la sala anterior no sólo me sentí ultrajada y ofendida por las injustas acusaciones que se nos habían hecho, ya que creo recordar que había sido otro colegio, sino que además me sentí impotente para proceder de acuerdo con mis derechos.

Vivimos en un país democrático, y considero intolerable que se nos niegue la libertad de expresión; a mi maestra no se le permitió obrar de acuerdo con su profesión y no pudo ofrecernos una lección cultural como esperábamos, sino que en su lugar pudimos contemplar un claro ejemplo de infracción de las leyes. Desconozco los motivos de su comportamiento, ya que, como he dicho anteriormente, no se nos explicaron, pero agradecería que me los comunicaran; pienso que si forman parte de una de sus normas, deberían reparar en que coartan la libertad de todo aquel que visita la exposición.

Además de este gran fallo por parte de la dirección del museo quiero denunciar que la actitud de los empleados no fue nada grata, se comportaron muy desagradablemente; parecía como si tuvieran una predisposición contra nosotros que les hizo actuar de forma fría y descortés.-

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En