La policía duda que Aldaya pasara 341 días encerrado y sin ver el sol

La reciente liberación del empresario guipuzcoano José María Aldaya, su testimonio judicial y las declaraciones del portavoz de la familia no han despejado ninguna de las incógnitas que durante meses han rodeado el secuestro más largo perpetrado por ETA. La policía duda que el empresario pasase 341 días encerrado en un angosto y oscuro agujero y, en cambio, pudiera soportar con tanta facilidad y sin ninguna protección la luz solar apenas 12 horas después de recuperar la libertad.

Algunos de los datos incorporados ahora a la investigación acrecientan, a ojos de la policía, la sospecha de...

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La reciente liberación del empresario guipuzcoano José María Aldaya, su testimonio judicial y las declaraciones del portavoz de la familia no han despejado ninguna de las incógnitas que durante meses han rodeado el secuestro más largo perpetrado por ETA. La policía duda que el empresario pasase 341 días encerrado en un angosto y oscuro agujero y, en cambio, pudiera soportar con tanta facilidad y sin ninguna protección la luz solar apenas 12 horas después de recuperar la libertad.

Algunos de los datos incorporados ahora a la investigación acrecientan, a ojos de la policía, la sospecha de que el secuestrado no ha contado la verdad sobre las circunstancias en que vivió su largo cautiverio de 341 días. Así, una callosidad descubierta en una mano de Aldaya por el médico forense que le examinó tras su puesta en libertad sugiere, a falta de otra explicación, que durante meses asió con regularidad el mango de una herramienta.Resulta igualmente sorprendente que sólo 12 horas después de su liberación, en un día espléndido y pleno de luminosidad, Aldaya apareciera posando ante los fotógrafos sin gafas de sol. El empresario comentó entonces a algunas personas que había perdido mucha vista.

A las fuentes informantes les resulta increíble que un hombre que ha vivido casi un año enterrado en un oscuro agujero de tres metros de longitud pueda soportar los rayos solares con tanta facilidad. El empresario explicó que pasó los siete primeros meses de su cautiverio teniendo que soportar "una luz permanente" que luego consiguió que los etarras le apagaran para dormir.

Los expertos no cuestionan que Aldaya haya sufrido una experiencia durísima -"eso es evidente, lo ha tenido que pasar muy mal"- aunque no terminan de creerse que haya pasado más de 11 meses sin salir de un zulo (agujero) de seis metros cúbicos. "Los secuestrados, nunca cuentan toda la verdad", indica un agente, "sino que llegan a un acuerdo con sus guardianes para no ofrecer pista alguna que nos permita llegar a su escondite".

"Hay una especie de segundo contrato que los secuestrados aceptan", afirma un experto, "porque después del cautiverio tienen el miedo metido en los tuétanos y nunca vuelven a sentirse libres del todo; tienen que volver a sus casas, a sus pueblos y saben que pueden seguir vigilados".

En el caso Aldaya, la policía sospecha que "quizás a raíz de una crisis anímica o de una enfermedad" el rehén fue sacado de su aislamiento para evitar que enloqueciera o enfermase gravemente. Pero por ahora esto es sólo una hipótesis, igual que la posibilidad de que pese a la relativas diferencias en la descripción del zulo -"dos metros de largo", dijo Julio Iglesias Zamora; "tres metros", ha dicho Aldaya-, ambos secuestrados estuvieran cautivos en el mismo agujero.

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Sobre la creencia de que Aldaya se ha comprometido a realizar un nuevo pago a la organización terrorista, los expertos saben que el secuestrado ha tenido que mostrar el estado de sus finanzas a ETA y "se ha retratado completamente" sobre las posibilidades con que cuenta su familia para conseguir dinero.

Los investigadores creen que la familia del propietario de Alditrans ha asumido forzosamente el compromiso de pagar a ETA la cantidad que resta hasta completar el rescate acordado a cambio de su libertad. La policía, sin embargo, sólo tiene constancia de que la familia abonó entre 100 y 125 millones unos dos meses antes del fin del secuestro.

"Es posible que el rescate haya sido fijado en 200 millones y que. ahora les queden por pagar entre 50 y 75 millones más", según fuentes policiales. Éstas aluden vagamente a los movimientos realizados por los Aldaya en un banco de Madrid y a avales solicitados en determinadas instancias.

El etarra Alfonso Castro Sarriegui, miembro del comando Ipar Haizea, comparecerá mañana ante el juez Javier Gómez de Liaño para declarar sobre los informes que presuntamente realizó para ETA sobre el patrimonio de Aldaya, según fuentes judiciales. En la documentación incautada en 1991 al comando se estimaba que a Aldaya se le podrían sacar 1.000 millones.

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