Entrevista:

"La situación en Italia es tan anómala que nadie está libre de sospecha"

Giarifranco Fini, de 44 años, ha sido el político italiano más empeñado en que se celebren en Italia, el próximo 21 de abril, unas elecciones generales, en las que prevé la victoria estrecha del Polo de la Libertad, con una subida segura y sustanciosa de su propio partido. Los dos años largos transcurridos desde que decidió la transformación en Alianza Nacional del Movimiento Social Italiano ha registrado un crecimiento sostenido de la derecha. El propio Fini ha tratado de disipar las reticencias sobre su origen neofascista con una serie de viajes en los que ha atesorado recuerdos como éste: "...

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Giarifranco Fini, de 44 años, ha sido el político italiano más empeñado en que se celebren en Italia, el próximo 21 de abril, unas elecciones generales, en las que prevé la victoria estrecha del Polo de la Libertad, con una subida segura y sustanciosa de su propio partido. Los dos años largos transcurridos desde que decidió la transformación en Alianza Nacional del Movimiento Social Italiano ha registrado un crecimiento sostenido de la derecha. El propio Fini ha tratado de disipar las reticencias sobre su origen neofascista con una serie de viajes en los que ha atesorado recuerdos como éste: "Cuando le encontré en América, Henry Kissinger me dijo: 'su país es extraño. Se va a la cárcel, antes del proceso, no depués'".Pregunta. ¿Qué caracteriza ¡al Polo en relación al Olivo?

Respuesta. El Olivo es, como mucho, la voluntad de mejorar el cuadro económico, institucional y social de Italia. El Polo es la voluntad de cambiarlo en modo profundo. El Olivo no ha indicado un modelo institucional, porque incluye fuerzas presidencialistas y otras que no lo son. El Polo ha presentado, en cambio, un modelo presidencialista unívoco.

P. Usted ha hablado de clases medias productivas contra clases parasitarias, de pequeña empresa contra gran empresa.

R. No contra, porque ese término no lo uso jamás. En Italia, el centro izquierda, que gobierna desde hace 30 años, tiene un interlocutor privilegiado en la acción de gobierno, que es el mundo de la gran industria. Lo que llamamos el gran capitalismo público y privado asistido. El Polo parte del presupuesto de que la riqueza total producida en Italia procede, en un 75%, de pequeñas empresas, pequeños comercios, del artesanado, la agricultura, y, por tanto, promueve un nuevo pacto social que tenga en cuenta también los intereses de todos estos sectores.

P. Silvio Berlusconi, líder del Polo, es el propietario del segundo mayor grupo privado italiano, ¿no es contradictorio?

R. No. Es una paradoja. Hay que tener en cuenta que Fininvest ha llegado a ser el segundo grupo privado sin el sostén de los presupuestos del Estado. En la gran industria italiana, Berlusconi ha sido considerado siempre un advenedizo. No pertenece al salón de las familias del gran capital.

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P. ¿Cuáles son las ventajas del Polo frente al Olivo.

R. Son dos. Primero, que, cuando muchos italianos temen que el voto pueda ser inútil, porque no es seguro que de él salga un Gobierno estable, y esto es un peligro, el peligro, es mucho menor si vence el Polo. Si nosotros ganarnos, aunque sea por un diputado, podremos formar una mayoría de Gobierno. Si vence el Olivo, debera hacer cuentas con Refundación Comunista, que tiene un programa distinto. Los indecisos entienden este argumento. En segundo lugar, el Olivo es la concentración de muchísimos políticos importantes del pasado. Como los italianos quieren el cambio, esto es una ventaja para el Polo.

P. También en el Polo hay polémica, sobre seguridad social y justicia. ¿Fini es menos liberal que Berlusconi? .

R. No es menos liberal. Alianza Nacional y Forza Italia han encontrado un cuerdo de programa. En Italia o hay Estado social, hay un Estado asistencial. El Estado debe hacer pocas cosas y bien, y una de ellas es la tutela de las capas socialmente débiles.

P. ¿Se pueden bajar los impuesos sin reducir el gasto?

R. No, hay que reducir también el gasto público, pero eso se puede hacer sin reducir los nivees de protección social, por ejemplo, aglutinando los centros de gasto. La izquierda se niega a admitir que no todo el gasto público italiano es productivo, o al menos orientado al pago de pensiones o salarios. En los presupuestos del Estado hay billones que se derrochan.

P. Usted se ha apartado de os ataques de Berlusconi contra los jueces. Pero, ¿qué piensa realmente de lo que está ocurriendo?

R. No se puede negar que hay problemas. En primer lugar, hay una falta total de certeza en materia de plazos. Una justicia es justa cuando el acusado es declarado culpable o inocente en plazo breve. El segundo problema es la politización de algunos sectores de la magistratura. Los magistrados en Italia serán unos 8.000 y los politizados representarán el 5%, Pero son los que hacen más ruido.

P. Cuando lee que los fiscales han encontrado pruebas contra Berlusconi, ¿se lo cree? ¿Pide aclaraciones?

R. Pido que se respeten todas las leyes, incluida la que protege el secreto del proceso. Pero pido algo más sustancial: que cuando la magistratura considera que debe adoptar medidas, dé al acusado la posibilidad de responder rápidamente. La acusación y la defensa deben estar en paridad de condiciones. Por lo demás, en Italia, como en todos los países de Occidente, hay el principio sagrado de que un ciudadano es inocente mientras no sea condenado de modo definitivo. Que haya esas noticias o indiscreciones me deja de algún modo indiferente.

P. ¿Tan indiferente como para seguir pensando que, aun procesado, Berlusconi pueda ser presidente del Gobierno?

R. En Italia, la situación es tan anómala con respecto a otros países europeos que nadie está libre de sospechas. Hay también una investigación abierta sobre Prodi. ¿Y si mañana es procesado? Creo ser el único político que no ha tenido nada que ver con la magistratura, pero soy una excepción, no la norma. En Italia ha habido esta imbricación entre política, magistratura, negocios, por la que hay tantas investigaciones abiertas que es obligado respetar la presunción de inocencia.

P. Aunque no haya tenido problemas con los jueces, D'Alema dice que usted no podrá gobernar al menos en 10 años.

R. No es él quien debe decidirlo. La izquierda italiana es hija del viejo Partido Comunista y la derecha italiana es hija del Movimiento Social Italiano. La nuestra es la única democracia occidental con sistema mayoritario y bipolar en la que los núcleos dominantes de las dos coaliciones son, con todas las revisiones, hijos de una era ideológica. No sé cuánto tiempo hará falta para que derecha e izquierda puedan jugar directamente la partida por el Gobierno. No sé si serán 5, 10 o 15 años. Pero es un problema que afecta de modo simétrico a D'Alema y Fini.

P. Un extraño a esta campaña, como el ex fiscal Antonio Di Pietro, ¿podría júgar un papel de Gobierno en caso de empate?

R. Podría tener un papel para mejorar la sociedad italiana, pero considero imposible que sea, presidente del Gobierno, porque éste debe haber sido elegido. Si no, demostraríamos que, en Italia, votar no sirve para nada, porque luego gobierna quien ni siquiera ha sido candidato.

P. Usted ha dicho que si se empata se suprime la cuota proporcional del 25% y se vuelve a votar. ¿Con qué votos cambiará la ley electoral?

R. Esa es mi propuesta, pero sé que la izquierda no estará de acuerdo. Claro, que tampoco veo cómo la izquierda pueda introducir el doble turno electoral que quiere.

P. ¿Y entonces?

R. Entonces, esperemos que no haya empate. Yo estoy convencido de que no lo habrá.

P. Las relaciones del Polo con Oscar Luigi Scalfaro han sido tormentosas. ¿Si gana el centro derecha, el presidente de la República tiene los días contandos?

R. La relación es difícil, porque el Polo propugna una renovación de las instituciones y Scalfaro es, por su cultura, el defensor de este sistema. Pero hemos dicho y seguimos diciendo que Scalfaro llegará al final de su mandato, en 1999.

P. Y si el Polo perdiera, ¿tiene una estrategia de recambio a la alianza con Berlusconi?

R. No. Mi estrategia será siempre reforzar el bipolarismo.

P. Pero Berlusconi ha dicho que si pierde se retira.

R. Bueno, yo no creo que lo haga. La política le apasiona.

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