Editorial:

Cien días de Yeltsin

BORÍS YELTSIN tiene sólo 100 días para resolver el sangriento problema de Chechenia y que éste no acabe con su vida política: los que faltan para la celebración de elecciones presidenciales en Rusia, el próximo 16 de junio. Conscientes de que las fechas aprietan y de que Yeltsin no tiene probabilidades de salir reelegido si no lo logra, los independentistas chechenos han lanzado una gran ofensiva sobre la capital de la República autónoma, Grozni, para forzarle a negociar. Tropas del Ministerio del Interior ruso se sostienen asediadas en Grozni y el número de sus bajas crecía ayer sin cesar.Yel...

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BORÍS YELTSIN tiene sólo 100 días para resolver el sangriento problema de Chechenia y que éste no acabe con su vida política: los que faltan para la celebración de elecciones presidenciales en Rusia, el próximo 16 de junio. Conscientes de que las fechas aprietan y de que Yeltsin no tiene probabilidades de salir reelegido si no lo logra, los independentistas chechenos han lanzado una gran ofensiva sobre la capital de la República autónoma, Grozni, para forzarle a negociar. Tropas del Ministerio del Interior ruso se sostienen asediadas en Grozni y el número de sus bajas crecía ayer sin cesar.Yeltsin se limitaba ayer a proclamar en Moscú que ya estaba a punto un plan de paz que daría a conocer, posiblemente, a fin de mes. Lo único que se sabe de esa tardía iniciativa es que se encomienda a las autoridades chechenas, elegidas bajo el amparo militar ruso, a negociar "región por región" con los independentistas. La locura que significó en diciembre de 1994 enviar tropas a Chechenia para combatir por las armas la insurrección es hoy evidente para la mayor parte de las fuerzas políticas rusas. El propio líder comunista, Guennady Ziugánov, también candidato a las presidenciales, está utilizando el caso checheno para presentarse como comparativamente moderado. Tras haber anunciado repetidamente la destrucción de los bandidos chechenos, Yeltsin se halla en un momento decisivo. O logra convencer a la mayoría del pueblo rebelde a que deponga las armas para que los combates, si no desaparezcan, cedan considerablemente de aquí a junio o no tiene posibilidad de retener la presidencia. Todo ello favorecería enormemente que un comunista -después de lo que ha llovido- volviera al poder en Moscú.

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