La nieve potencia los efectos nocivos del sol

Las olvidadas quemaduras solares del verano vuelven a cobrar protagonismo con la apertura de la temporada de esquí. La cara es la parte del cuerpo más expuesta al sol por los amantes del deporte blanco. Las zonas faciales más vulnerables a las quemaduras son las próximas a los ojos (párpados, frente, pómulos) y los labios. Los ojos también sufren con frecuencia los efectos perjudiciales del astro rey en estos deportistas.Dermatólogos y oftalmólogos advierten que las radiaciones ultravioletas del espectro solar A (UVA) y B (UVB) son las que perjudican a la piel y los ojos, sobre todo las UVB, q...

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Las olvidadas quemaduras solares del verano vuelven a cobrar protagonismo con la apertura de la temporada de esquí. La cara es la parte del cuerpo más expuesta al sol por los amantes del deporte blanco. Las zonas faciales más vulnerables a las quemaduras son las próximas a los ojos (párpados, frente, pómulos) y los labios. Los ojos también sufren con frecuencia los efectos perjudiciales del astro rey en estos deportistas.Dermatólogos y oftalmólogos advierten que las radiaciones ultravioletas del espectro solar A (UVA) y B (UVB) son las que perjudican a la piel y los ojos, sobre todo las UVB, que resultan las más dañinas. Estas además se intensifican un 4% cada 300 metros de altitud, ya que con la altura van estando menos filtradas por la atmósfera. A ello hay que añadir que las radiaciones ultravioletas se intensifican un 80% con la reflexión solar en la nieve, por lo que sus efectos potencialmente nocivos en los esquiadores aumentan de forma importante.

Según el doctor Ángel Simón Merchán, vicepresidente de la Academia Española de Dermatología, la quemadura solar en la nieve suele ser más intensa que en la playa o las piscinas, y hace especial hincapié al afirmar que se produce por igual en un día radiante de sol que en otro totalmente nublado.

"Como la parte del cuerpo expuesta al sol por los esquiadores", explica, "es mucho menor, la quemadura se suele concentrar en la cara, cuando no está debidamente protegida por un buen filtro solar. Aparece entonces enrojecimiento, hinchazón, sensación dolorosa y descamación. Su gravedad o levedad dependen sobre todo del tipo de piel y del tiempo de exposición, que suele ser largo porque, como en la nieve generalmente no se siente calor, tampoco se tiene la sensación de que la piel se está quemando".El dermatólogo afirma que la elección de una crema que contenga un filtro solar adecuado para el tipo de piel del esquiador es fundamental y suficiente para que la cara esté debidamente protegida, e insiste en que actualmente hay en el mercado una amplia gama de cremas que cumplen esa función.

"Los labios son una de las partes más vulnerables. Se deshidratan muy rápidamente por la acción del viento y esto les hace mucho más sensibles. Los esquiadores propensos al herpes labial tienen que tener aún más cuidado y protegerse con filtros en barritas especialmente indicados para este problema", añade el doctor Simón Merchán.

Como advierte este especialista, las manos, además de estar normalmente protegidas con guantes, no suelen quemarse con facilidad al estar en constante movimiento. Pero sí pueden sufrir fácilmente deshidratación. También pueden aparecer sabañones cuando se pretende calentarlas bruscamente.

Fotosensibilización

El dermatólogo añade que la cabeza y las orejas deben ir cubiertas por un gorro: "En las personas con problemas de calvicie esta recomendación ha de ser tenida muy en cuenta, ya que carecen de la protección natural del cabello".

Subraya asimismo que los esquiadores que estén tomando ciertas medicaciones se aseguren bien de que pueden exponerse al sol, pues algunos grupos de fármacos (ciertos antibióticos, sulfamidas y sedantes) producen fotosensibilización, es decir, una especial vulnerabilidad ante la luz solar, que favorece la aparición de quemaduras.

La doctora Concepción García Rubio, jefa de oftalmología en un centro de especialidades del Insalud, de Madrid, considera que las gafas especiales para esquiar son la mejor protección para los ojos. "Deben tener unas lentes buenas", añade, "porque las malas, además de no proteger frente a las radiaciones ultravioletas, dañan la vista".

Esta especialista señala que los problemas oculares más frecuentes en los esquiadores son las, fotoqueratitis (que afectan a la córnea) y las fotoconjuntivitis (que afectan a la conjuntiva), o ambos problemas en un mismo proceso (fotoqueratoconjuntivitis).

"Se caracterizan", dice, "por síntomas y signos, más o menos intensos, como fotofobia, sensación de cuerpo extraño, lagrimeo, visión borrosa y a veces dolor. Momentáneamente, se alivian aplicando compresas frías de agua de manzanilla. Pero conviene tratarlas con antiinflamatorios, que deben ser recetados por el oftalmólogo, ya que contienen corticoides y la automedicación puede resultar peligrosa".

García Rubio recomienda el máximo rigor en la observación de las medidas de protección ocular a los esquiadores operados de cataratas "por carecer de la protección natural del cristalino". Asegura que no es raro que acudan al oftalmólogo con problemas "que podrían ser serios" amantes de la nieve que rondan los 50 años y que han sufrido esa intervención quirúrgica.

Las radiaciones ultravioletas, como en la piel, son acumulativas en la retina. Los expertos sostienen que si se mantuviera una exposición continuada a ambientes con altas dosis de radiaciones ultravioletas (como puede suceder en la nieve), con el tiempo se llegaría a un deterioro irreversible de los elementos fotosensores de la mácula o zona central de la retina.

Esto causaría un trastorno conocido como degeneración macular senil, que en algunos casos podría llegar a provocar la ceguera. Como matiza la doctora García Rubio, este problema es en gran medida una consecuencia del proceso natural del envejecimiento, pero puede ser exacerbado y acelerado con la exposición continua e intensa a la luz solar.

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