Tribuna

La victoria de Peter Pan

El gran debate en televisión ya ha tenido lugar. Seguramente muchos de ustedes se lo han perdido porque fue en la madrugada de ayer sábado, en las altas horas de lujuria. Algo underground, subterráneo, medio oculto, como todo en esta campaña cleptómana, de luz de niebla, a lo Fritz Lang que será recordada en blanco y negro. Tanto ruido, tanto chalaneo, tanto farol por el cara a cara o por un tute cabrón a tres y, al final, el gran debate, el verdadero, ya se ha emitido. Moderado por Campo Vidal. Antena 3. La economía de España. Josep Borrell versus Rodrigo Ra...

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El gran debate en televisión ya ha tenido lugar. Seguramente muchos de ustedes se lo han perdido porque fue en la madrugada de ayer sábado, en las altas horas de lujuria. Algo underground, subterráneo, medio oculto, como todo en esta campaña cleptómana, de luz de niebla, a lo Fritz Lang que será recordada en blanco y negro. Tanto ruido, tanto chalaneo, tanto farol por el cara a cara o por un tute cabrón a tres y, al final, el gran debate, el verdadero, ya se ha emitido. Moderado por Campo Vidal. Antena 3. La economía de España. Josep Borrell versus Rodrigo Rato. Impresionante. Estaba también Francisco Frutos (IU), muy flojo, un cero a la izquierda, dispensando. Como diría Antonio Gramsci, "sabe el sabio que no sabe y el otro piensa que sabe". Sólo faltó que lo mandaran a por tabaco.La imagen del PSOE es triste, melancólica y depresiva. Pero llega Borrell y parece que llega el prozac, la píldora de la felicidad. Ya es bastante sospechoso que un ministro de España sea economista, ingeniero aeronáutico y catedrático de Matemáticas, pero es que, además, este hombre es un auténtico boy scout, un Peter Pan de la política. Al final del debate, después de hablar de la vigencia de la socialdemocracia europea con el mismo espíritu animoso que Baden-Powell afrontaba una acampada bajo las estrellas, Peter Pan miraba hacia un desfondado Rodrigo Rato como quien dice: "Y ahora, si quiere, le echo una carrera hasta Alcoy".

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Los dos cráneos privilegiados de la política económica y fiscal del PSOE han sido Miguel Boyer y Borrell. Es curioso lo del sentido de las palabras. Los sindicatos acusaban a Boyer de neoliberal y acabó siéndolo. Es el peligro de insistir tanto. A Borrell lo acusaron de socialdemócrata y ahí está, hecho una moto socialdemócrata. No está muy de moda, pero Borrell lo lleva como si se acabase de inventar. Mientras el resto del partido socialista se encoge como un erizo, Borrell sale al estrado como si fuera el príncipe Kropotkin con La conquista del pan bajo el brazo. Miguel Boyer siempre fue un estirado. Creo que consideraba una ordinariez pedir el voto aunque fuese, por correo. En cambio, Borrell es capaz de vestirse de hombre rana para recuperar el voto sumergido.

En el gran debate, Borrell no tenía enfrente a ningún mequetrefe, sino al puntal más consistente del equipo conservador. Últimamente he oído decir mucho por ahí que ya no hay izquierda ni derecha y que el Estado debería ser traspasado a unos conocidos grandes almacenes. Desde luego, si fuera cierto que no hay izquierda ni derecha, Borrell y Rato tendrían que estar triunfando como actores. Fue, posiblemente, el mejor duelo televisado de la política española. Comparado, lo de González y Aznar, en el 93, parecía un episodio decimonónico, de cuando se discutía la pérdida de Cuba.

Frutos mostró su indignación por haber sido marginado, pero en realidad su silencio fue producto de la hipnosis. Veía pasar volando, de un lado a otro, hospitales y escuelas. A un saque impositivo se respondía con un buen revés fiscal. La partida fue trepidante. Peter Pan empezó a la defensiva (cuando el enemigo avanza, nos retiramos), reaccionó mostrando el programa económico del PP como la madre de todas las contradicciones (cuando se detiene, lo acosamos) y consiguió situarse como guardián del tesoro social frente al señor de las tinieblas (cuando se retira, lo perseguimos). Al final, Rato quiso halagar a la sociedad española, "la más solidaria de Europa". Y fue entonces cuando Peter Pan supo que esta vez había ganado.

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