Beatos del 'pogo'

El grupo madrileño de rock rebelde Def Con Dos convirtió la sala Canciller en templo de sus seguidores

Los techos de la sala Canciller son altos; si no fuera así, muchos de los 2.000 espectadores que abarrotaron el local la noche del pasado viernes habrían saldado el concierto con más de un prominente chichón. El pogo, ese, baile: frenético que consiste en dar saltos sin parar, chocar y darse codazos y subirse al escenario para tirarse a la piscina de cabezas saltarinas, fue la constante en el concierto de los madrileños Def Con Dos (DCD).Como si se tratara de una misa negra, las diversas penas más o menos organizadas con las que el grupo cuenta, comandos autónomos que difunden el ...

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Los techos de la sala Canciller son altos; si no fuera así, muchos de los 2.000 espectadores que abarrotaron el local la noche del pasado viernes habrían saldado el concierto con más de un prominente chichón. El pogo, ese, baile: frenético que consiste en dar saltos sin parar, chocar y darse codazos y subirse al escenario para tirarse a la piscina de cabezas saltarinas, fue la constante en el concierto de los madrileños Def Con Dos (DCD).Como si se tratara de una misa negra, las diversas penas más o menos organizadas con las que el grupo cuenta, comandos autónomos que difunden el mensaje Def, acudieron con sus mejores galas a rendir tributo a su grupo favorito. Jóvenes que lucían orgullosos las camisetas de grupos que se alinean en la misma actitud combativa que los Def. Y entre las de Deads Kennedys, Megadeth, Rancid, Ramones, Soziedad Alkoholika, Megu Gorriak, Porretas y, por supuesto, en clara mayoría, la de los propios DCD, podía verse algún jersey proletario de los que lucía Marcelino Camacho en los tiempos del Proceso 2001. Viseras, gorras de lana, bermudas y sudaderas con capucha, tantos pelos largos como rapados y muchas botas militares completaban la indumentaria de unos chavales que habían salido el viernes a darlo todo por su grupo y, de paso, pasarlo lo mejor posible sin complicarse la vida.

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Ni el frío de la noche pudo con ellos. Sudor, mucho sudor dentro de la sala. El vapor obligaba a los empleados a pasar paños que lo eliminaran. La inmensa sauna en la que se convirtió la sala contrastaba con el enorme barrizal exterior, el frío y mojado suelo que sufrió el paso rotundo de 2.000 jóvenes llegados de todos los puntos de la capital y algunos desde más lejos, Pedro y sus amigos lo hicieron desde Ciudad Real en un destartalado Seat 124. Luchaban por aparcar malamente sobre un paso de cebra: "Sólo por ver el ambiente de la puerta. merece la pena el viaje. Nos ha costado, pero ya estamos", confesaba emocionado.

No era para menos: sin importarles el fango, muchos chicos vendían camisetas con las iniciales del grupo; otros, bocadillos y cervezas para sacarse el talego y medio (1.500 pesetas) de la entrada, y los más apuraban las últimas litronas, vino en tetrabrik y cubatas de litro y medio antes ole entrar, mientras comentaban la hazaña del Numancia la noche anterior y se ambientaban entonando. algún estribillo de DCD que luego escucharían.

Con Alzheimer, la canción que da título a su último trabajo, empezó el aquelarre que presidió DCD. Envalentonados por el ambiente y encapuchados, César Strawberry, la voz principal, y sus muchachos irrumpieron en el escenario con tal frenesí que se temió que a los pocos minutos se Vaciara. No fue el caso. La trepidación del grupo duró hasta el último segundo. Jesús Ordovás, director del veterano Diario pop de RNE y considerado uno de los descubridores del grupo, con templaba entusiasmado las primeras reacciones del público: "Han venido dos mil personas humanas y la bestia", afirmaba, ''hay una nueva efervescencia del punki. pasada por la batidora Def. DCD han creado un nuevo genero que empezó gustanto sólo a cuatro o cinco, pero ahora son multitud. Entre otras cosas, gracias a las canciones de la película El día de la bestia, que ha sido, la catapulta para llegar a tanta gente. Las películas en la historia del rock y el pop siempre han ayudado a los grupos. DCD llena todas las salas por donde va, y ha vendido 30.000 copias de Alzheimer, una cifra impensable para un grupo tan radical".Pero no todo eran alabanzas al grupo. Marcos, de la oficina de promoción de Los Del Tonos, otro grupo de rock combativo, evitaba el triunfalismo: "DCD me hicieron gracia al principio, pero, no sé si porque tengo más edad y exijo más en las letras y en la música, ahora mismo no me emocionan tanto. Reconozco que ha sido su año, no sé si por marketing, aunque tienen carácter. En cualquier caso me alegro de que estén ahí dando caña".La filosofia de DCD es clara. En sus aguerridas canciones arremeten contra el sistema establecido, al que ellos llaman Gran Hermano. Utilizan una estética violenta para luchar contra la violencia. Preconizan la lucha intelectual contra la estupidez reinante y lo mezclan todo con un elevado sentido del humor y una música que mezcla rap Con guitarras cortantes , ritmo machacón y muchos decibelios. Sus seguidores se saben cada una de sus canciones, que, por muy atropelladas que se disparen, ellos sienten suyas y no dejan de cantarlas en ningún momento. Consignas como "Ven a beber y a luchar en la calle", "La culpa de todo la tiene Yoko Ono",, "Armas pal pueblo", "Tuno bueno, tuno muerto", "Dignatarios terroristas", "Victoria", "Viva la III República", "Únete a nosotros" o "Viva el anticristo" salían a la vez por la boca de DCD como por la de los imparables asistentes.

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