Toma y daca

Desconexión. Lo que sufrió el Espanyol en el primer, cuarto de hora. Desconexión del juego, del balón, de los compañeros. Desintegracion, podría decirse. Un Barça con superioridad numérica en la zona ancha a lo que añadió fogosidad, ahogó al Espanyol, le tuvo atónito y le impidió pisar ni siquiera la línea del medio campo.Orgullo. El Espanyol tiene un entrenador con orgullo. Un entrenador que no puede asistir impasible a que su equipo sea zarandeado por el rival. La bronca en el descanso tuvo que ser de órdago.

Viejo extremo. Prosinecki en la banda derecha, con misi...

Desconexión. Lo que sufrió el Espanyol en el primer, cuarto de hora. Desconexión del juego, del balón, de los compañeros. Desintegracion, podría decirse. Un Barça con superioridad numérica en la zona ancha a lo que añadió fogosidad, ahogó al Espanyol, le tuvo atónito y le impidió pisar ni siquiera la línea del medio campo.Orgullo. El Espanyol tiene un entrenador con orgullo. Un entrenador que no puede asistir impasible a que su equipo sea zarandeado por el rival. La bronca en el descanso tuvo que ser de órdago.

Viejo extremo. Prosinecki en la banda derecha, con misiones de viejo extremo: pegado a la raya, liberado de tareas defensivas, con instrucciones de encarar. Un chupón impenitente como él puede ser útil ahí, no en el cruce de caminos, donde sus pisadas y regates vuelven parsimonioso el fútbol del equipo.

Duelo de velocistas. Sergi y Benítez. Era esperado. Ganó Sergi. Benítez no encontró el sitio, se fue poniendo progresivamente nervioso y terminó siendo parte del problema en lugar de ser parte de la solución.

La traca final. Después de un desarrollo cambiante el derby tenía reservada una gran traca final: nervios desatados, toma y daca, un expulsado, un penalti al limbo, un tiro al palo... Y el gol de Óscar, que acababa de comparecer. El inevitable factor dramático que requiere todo derby se nos ofreció concentrado en los minutos finales.