La sentencia contra el empresario de los 'chirimbolos' llega al Consejo de Estado

La sentencia de un juez belga que condenó en 1992 al empresario francés Jacques Jean-Claude Decaux por cometer delitos de corrupción para conseguir el contrato del mobiliario urbano de Lieja es un compendio de favores, regalos, viajes y prebendas económicas en beneficio del alcalde socialista de esa ciudad. Esas "compensaciones" han despertado las suspicacias del portavoz municipal de IU, Paco Herrera, que ayer remitió una copia de ese escrito judicial al Consejo de Estado y pidió la anulación del concurso por el que Decaux desperdigó 1.536 chirimbolos en Madrid.

La sentencia se firmó...

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La sentencia de un juez belga que condenó en 1992 al empresario francés Jacques Jean-Claude Decaux por cometer delitos de corrupción para conseguir el contrato del mobiliario urbano de Lieja es un compendio de favores, regalos, viajes y prebendas económicas en beneficio del alcalde socialista de esa ciudad. Esas "compensaciones" han despertado las suspicacias del portavoz municipal de IU, Paco Herrera, que ayer remitió una copia de ese escrito judicial al Consejo de Estado y pidió la anulación del concurso por el que Decaux desperdigó 1.536 chirimbolos en Madrid.

La sentencia se firmó el 15 de julio de 1992. Estar en medio de ese proceso judicial no frenó a Jean-Claude Decaux, que aún movía sus hilos pocos meses antes para implantar sus artefactos por toda Europa.El 4 de marzo de ese año, el entonces cónsul de España en París, José María Robles Fraga, remitió una carta del alcalde de la capital francesa, Jacques Chirac, al presidente del PP español, José María Aznar. Esa misiva es una auténtica recomendación de la calidad de los servicios de JC Decaux, que había montado ya los chirimbolos por París. Robles Fraga, ahora miembro de la directiva del PP que rodea a Aznar, admitía que era la alcaldía de París la que le rogaba su labor de intermediario y reconocía actuar "con toda presteza".

El juez belga considera probado en su sentencia que tanto Decaux como Josep-Marle Cauchie Pierre, su socio en Bélgica, cometieron o cooperaron a que se produjeran varios delitos al corromper al burgomaestre (alcalde) de la ciudad de Lieja, Édouard Close, entre 1985 y 1988, "con promesas, ofertas, regalos o presentes". Precisamente el hermano de Cauchie era el responsable de la agencia de viajes que gestionaba los cruceros.

Entre las prebendas con que se obsequió a Close se detallan concretamente una estancia de siete días, en el mes de junio de 1985, en isla Mauricio -en el océano Índico- del alcalde con varios familiares. Así como otro viaje de cinco días, en julio de 1986, a la capital de Córcega, Ajaccio, y un desplazamiento a Cerdeña, durante seis días, en septiembre de 1987.

Decaux y su socio no olvidaron beneficiar, en esa tanda de viajes, al jefe del gabinete del alcalde, Jules Verbinnen. Éste estuvo también en isla Mauricio, en Ajaccio y en Cerdeña, pero además disfrutó de 14 días de estancia en 1987 en Yemen y las islas Seychelles y de otra visita de seis días a Agadir, en Marruecos.

El regidor de Lieja fue recompensado por Decaux con el diseño de su campaña electoral en septiembre de 1987 y con el pago de facturas para los carteles electorales, por un importe de 4.242.603 francos belgas, en diciembre de 1988 (18 millones de pesetas).

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El magistrado concluye que esos favores se efectuaron para obtener, por parte de Decaux y en varias ocasiones, un acto del alcalde injusto o la omisión de otro acto sí reglamentado.

"Hecho incontestable"

En ese apartado, el juez detalla como "incontestable" que el jefe del gabinete del alcalde de Lieja obligó a retirar su oferta a una competidora de la empresa Decaux -City Advertising- y a que presentara otra, sólo a la consideración y arbitrio del alcalde, con las condiciones modificadas. También ratifica el magistrado que Decaux presentó en el Ayuntamiento de Lieja un informe inexacto o incompleto de sus ofertas y que omitió la imposición de ese municipio de especificar los lugares de implantación de los chirimbolos. Decaux eligió los emplazamientos "con total libertad", comunicando verbalmente a dos miembros del equipo del alcalde sus decisiones, que además no eran posteriormente verificadas.El juez entiende que, gracias a todas estas peripecias administrativas, el alcalde y su jefe de gabinete se beneficiaron de los favores otorgados por Decaux. También ratifica que Decaux declaró a los instructores que, si sus competidores hubieran obtenido el contrato, él no habría hecho ofertas a los responsables de Lieja y que esas ventajas ofrecidas no eran para darse a conocer, porque, como él mismo reconoce, llevaba en esta ciudad 20 años. El juez condenó a Decaux a una pena de un año de prisión -que no cumplirá si en los tres años siguientes no vuelve a delinquir- y a una multa de 60.000 francos (250.000 pesetas) o prisión subsidiaria de tres meses. También a abonar las costas del juicio. Izquierda Unida re,curre a esta condena para recordar que Decaux es un empresario "corrupto y mafioso", y que, por tanto, según la ley estatal de contratos, no puede acceder a adjudicaciones de administraciones en Europa.

El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, del PP, lamentó ayer que Decaux le hubiese engañado al ocultar esa sentencia cuando concurrió al contrato madrileño -adjudicado el 28 de julio de 1994, 15 días después de que se constituyera la empresa de Decaux en España-, pero reiteró que todo fue correcto.

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