Cartas al director

Reflexión sobre Rosa

Permítame una reflexión, señor director, desde mi veterana condición de lectora empedernida de su periódico con varios trienios en mi haber. Un diario de la talla de EL PAÍS, independiente, serio, intelectual y comprometido con la realidad social de nuestro país, resulta incomprensible comprobar que tiene un vulnerable talón de Aquiles: ceden la responsabilidad de la columna de la última página a periodistas como Rosa Montero.Rosa Montero realiza magníficas entrevistas y sus cuentos de verano son de gran calidad. Pero otra cosa distinta es analizar la realidad política o social. No se p...

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Permítame una reflexión, señor director, desde mi veterana condición de lectora empedernida de su periódico con varios trienios en mi haber. Un diario de la talla de EL PAÍS, independiente, serio, intelectual y comprometido con la realidad social de nuestro país, resulta incomprensible comprobar que tiene un vulnerable talón de Aquiles: ceden la responsabilidad de la columna de la última página a periodistas como Rosa Montero.Rosa Montero realiza magníficas entrevistas y sus cuentos de verano son de gran calidad. Pero otra cosa distinta es analizar la realidad política o social. No se puede hacer un análisis del panorama político o del momento social con semejante frivolidad, sin ánimo de ofender a nadie. No se puede manipular una realidad aplicando parámetros maniqueos a tenor -seamos honestos- de los propios intereses. Y más cuando la autora se empeña en hacernos patente esa su animadversión, su reiterada descalificación del presidente del Gobierno y de todo lo socialista (metiendo todo y a todos, incluidos delincuentes, en un mismo saco). Se autodescalifica moralmente, señorita Montero.

Desde fuera resulta inquietante ese tono de crispación, a veces exacerbada, y esa fobia reiterativa a todo lo que sea Gobierno o tenga el más mínimo atisbo con el Gobierno. Personajes como Garzón, Luis del Olmo y tantos y tantos que se han hecho famosos (¡y ricos!) no habrían conseguido su nivel de notoriedad y protagonismo con un régimen como el pasado o como el que nos viene (si es que vienen), y al que usted, señorita Montero, no tiene empacho en apoyar y adular.-

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