El precio de una colaboración

CiU no renuncia a seguir interviniendo en la política española pese a la ruptura con González y a sus diferencias con Aznar

Se equivocará quien piense que la ruptura de Convergència i Unió con el Gobierno socialista -estrepitosamente escenificada en la devolución al Gobierno de los Presupuestos para 1996- supondrá el regreso de los nacionalistas a sus cuarteles de invierno. Los seguidores de Pujol repiten por el derecho y el revés en la precampaña electoral catalana que no renuncian a seguir interviniendo en la política española.¿Cómo? Eso depende de muchas cosas, pero esencialmente de quien gane las elecciones legislativas y sobre todo de si obtiene o no mayoría absoluta. Pujol, cuando pide a su electorado que le ...

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Se equivocará quien piense que la ruptura de Convergència i Unió con el Gobierno socialista -estrepitosamente escenificada en la devolución al Gobierno de los Presupuestos para 1996- supondrá el regreso de los nacionalistas a sus cuarteles de invierno. Los seguidores de Pujol repiten por el derecho y el revés en la precampaña electoral catalana que no renuncian a seguir interviniendo en la política española.¿Cómo? Eso depende de muchas cosas, pero esencialmente de quien gane las elecciones legislativas y sobre todo de si obtiene o no mayoría absoluta. Pujol, cuando pide a su electorado que le renueve la mayoría absoluta en Cataluña, tiene dos objetivos: seguir con las manos libres para gobernar en Cataluña y poder intervenir en la política española sin que nadie le condicione en casa.

En política no se puede decir de esa agua no beberé, pero Jprdi Pujol ha puesto como condición para entenderse con el Partido Popular que los dirigentes de este partido expliquen claramente a la opinión pública española que "mentían" cuando acusaban "a CiU, a la Generalitat y, por extensión, a los catalanes" de aprovecharse de forma egoísta e insolidaria del apoyo al Gobierno. Tampoco se muestra dispuesto a perdonar al PP que haya estado detrás de la polémica lingüística alimentada desde fuera de Cataluña. "Ahora quieren disimular su anticatalanismo, pero llevan dos años haciendo mucho daño a Cataluña," dice del PP el argumentario distribuido entre los candidatos de CiU para que lo repitan durante la campaña.

Durante dos años la opinión pública española ha sido bombardeada con el mensaje de que entre Pujol y González existía un pacto secreto por el que el presidente del Gobierno hacía concesiones inconfesables a los nacionalistas catalanas con el único objetivo de seguir en la poltrona. Se llegó a hablar de un botín de hasta un billón de pesetas y en algunos medios se publicaron listas enteras de concesiones a Cataluña. Las cifras que aporta el Gobierno de la Generalitat son bastante más modestas.

39.000 millones al año

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El 15% del IRPF ha beneficiado a más de una comunidad autónoma. En lo que se refiere a Cataluña ha representado un ingreso extra de 2.693 millones en 1994 y de 11.216 millones en 1995. La revisión de los porcentajes de participación en la financiación sanitaria ha supuesto para Cataluña un incremeqto anual consolidado de 6.000 millones. Por los gastos sanitarios ocasionados por los beneficiarios de la Seguridad Social desplazados a Cataluña se han reconocido a ésta 19.200 millones de pesetas en atrasos. Una fórmula definitiva debería representar unos 3.500 millones anuales. El afloramiento del déficit de todo el sistema sanitario español en el periodo 1992-1993 ha supuesto otros 45.032 millones pagaderos en tres años (1994, 1995 y 1996). La territorialización del Fondo de Cohesión Europeo ha beneficiado a Cataluña en otros 18.000 millones en 1995.

Sumando todas estas cantidades, excepto la regularización de la deuda sanitaria, se llega a un incremento anual de ingresos de la Generalitat de 39.000 millones (el presupuesto catalán para 19951 asciende a 1,6 billones).

Pujol no tiene más remedio que trasladar a la opinión pública catalana y a su electorado en particular un balance positivo de estos dos años de colaboración con el Gobierno y al mismo tiempo marcar distancias con los socialistas, en teoría sus principales rivales en las urnas, para que la crisis y el desprestigio del Gabinete de Felipe González no les salpique (los escándalos y las corrupciones son productos importados, ajenos a Cataluña, viene diciendo). Según los sondeos publicados hasta ahora, es éste un objetivo que va consiguiendo: entre mayo y julio nadie daba un duro por la victoria de Pujol por mayoría absoluta. Desde que CiU decidió romper han mejorado claramente las expectativas de volver a lograrlo. Y por ello, sin pestañear, los nacionalistas han dejado en minoría al mismo Gobierno que han venido sosteniendo desde 1993, votando en contra de unos Presupuestos que ni siquiera han leído y que respondían a los mismos criterios económicos que ellos mismos habían forzado al Gobierno a introducir en 1993 y 1994.

Los hitos de la colaboración entre CiU y el Gobierno se concretaron en los Presupuestos para 1994 y para 1995. CiU impuso medidas de contención del gasto y del déficit público y otras para apoyar la economía productiva: desde la devaluación de la peseta y la reducción de los tipos de interés hasta la reforma del mercado laboral, pasando por reformas fiscales en beneficio del consumo y de las empresas, sobre todo las familiares y las pymes.

La idea que impregnaba la acción económica de los nacionalistas era que en España, salvo excepciones territoriales, no se había producido la revolución industrial hasta los años sesenta de este siglo. Como consecuencia, las clase dirigentes españolas no respondían a las necesidades de la industria, la agricultura y el turismo, sino a las del capital financiero. Generalmente, viene repitiendo Pujol, España había optado por una economía basada en tres pilares: el ahorro exterior, el consumo y las importaciones. Se trataba pues, "de cambiar de raíz esta mentalidad" y de sustituir esos pilares por el ahorro interior, la inversión y las exportaciones. La concesiones del Gobierno como consecuencia de la huelga general de 1988, además, dispararon el déficit público, lo que obligó al Estado a acudir al crédito exterior pagándolo con una sobrevaloración de la peseta y unos tipos de interés muy elevados, lo que arruinaba la economía productiva y hacía imposible cumplir con Maastricht.

Éxitos y fracasos

Para votar los Presupuestos de 1994 Pujol exigió el cumplimiento del compromiso de transferir a la comunidades autónomas el rendimiento del 15% del IRPF. El compromiso existía desde primeros de año, pero el Gobierno no quería o no podía cumplirlo por las resistencias del PP y del propio PSOE. Para votar los de 1995, CiU reclamó que se desarrollara un plan acordado con el ex ministro Corcuera para desplegar la policía autonómica en sustitución de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en las tareas de protección del orden público. Pujol ha logrado, además, que muchas de las leyes aprobadas en este periodo respondan a sus criterios políticos y económicos, pero ha fracasado en su pulso para que el Gobierno se aviniera a reformar una legislación anterior que, en palabras de los nacionalistas, laminaba las competencias autonómicas: leyes del Suelo, de Costas y de Aguas entre otras. La ruptura del apoyo ha interrumpido las negociaciones para atribuir a la policía autonómica catalana competencias en tráfico. Y la devolución del archivo de la Generalitat republicana depositado en Salamanca está empantanada. En el pasivo figura también la negativa opinión que de los catalanes tiene un amplio sector de los españoles.

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