Como Ramón, siempre irse el último

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Cuando la ciudad empieza a desperezarse ellos aún están, con las voces rotas, filosofando en la barra de algún garito. En eso también son ramonianos y como Gómez de la Serna, defienden que hay que irse de una tertulia siempre el último para que nadie te pueda criticar. Han aprendido que uno no puede iniciar la retirada, aunque sólo quede un contertulio. Una vez, Gómez de la Serna se fue de¡ café del Pombo porque ya sólo quedaba un compañero de charla y, por tanto, era imposible que le criticaran.Pero regresó de inmediato porque había olvidado su paraguas. Encontró a su amigo, solo, hablando con los restos de un café ya frío al que le decía sin esperar respuesta: "Este Ramón es un desastre, se le ha subido el hálito creador a la cabeza...".

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