El grito de "¡Hammamet!" provoca una nueva pelea en la Cámara italiana

"Vergüenza clamaban los diputados de la derecha. "¡Hammamet!, ¡Halumamet!", replicaron los de la izquierda. Y el bando contrario saltó, ante el nombre del refugio tunecino de Bettino Craxi, como si le hubieran mentado la parentela. Francesco Storace, contundente aporreador neofascista en sus años escolares, avanzó y entonces se volvió su correligionario Mauriño Gasparri, otro cachorro de Alianza Nacional (AN). Luego volaron por los aires las gafas de un diputado de la Liga.

"Esas palabras me han puesto furioso, porque nosotros no hemos robado nunca", diría Gasparri, en referencia a ...

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"Vergüenza clamaban los diputados de la derecha. "¡Hammamet!, ¡Halumamet!", replicaron los de la izquierda. Y el bando contrario saltó, ante el nombre del refugio tunecino de Bettino Craxi, como si le hubieran mentado la parentela. Francesco Storace, contundente aporreador neofascista en sus años escolares, avanzó y entonces se volvió su correligionario Mauriño Gasparri, otro cachorro de Alianza Nacional (AN). Luego volaron por los aires las gafas de un diputado de la Liga.

"Esas palabras me han puesto furioso, porque nosotros no hemos robado nunca", diría Gasparri, en referencia a Hammamet y su huésped, cuando se logró restablecer la calma. "Propondré a los líderes del Polo de la Libertad interrumpir cualquier relación con estos señores que han declarado la guerra a la voluntad popular", añadió Storace, aludiendo al motivo de la contienda.Todo surgió por el recurso de un candidato de AN contra la elección de un diputado de Refundación Comunista (RC) en la región de Puglia. La Junta Electoral dio la razón al Recurrente, pero éste apeló, según la ley, al pleno de la Cámara, que ayer anuló la decisión de la Junta y devolvió el escaño al comunista. La tensión subsiguiente es explicable, porque, en la investidura del Gobierno de Lamberto Dini, el centro-izquierda que le apoya venció por sólo tres votos en la Cámara.

Hay otros antecedentes reseñables. La reciente revelación de contactos entre Craxi y parlamentarios de Forza Italia (FI), hecha por la fiscalía de Milán, ha suscitado roces entre Giatifranco Fini, el secretario de AN, y Silvio Berlusconi. Éste ha dicho que no reniega de una amistad personal con el ex líder socialista. Fini ha condenado que alguien pueda conspirar con Craxi para desprestigiar a los jueces. Massimo D'Alema, secretario del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), ha denunciado que, desde Hammamet, Craxi mueve los hilos de FI.

Y hay más factores de tensión entre los políticos de Italia. Berlusconi está a la espera de que se decida si es procesado o no por corrupción. Su aliado Fini subraya cada día más su propia autonomía. También el liderazgo de D'A lema ha sufrido los embates de una investigación judicial abierta contra él en Venecia. El debate de los presupuestos muestra a un Dini que apunta al liderazgo del centro en unas elecciones que siguen sin tener fecha. La izquierda recuerda que "nada justifica la violencia de los herederos de los escuadristas".

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