Tribuna:

Será por Induráin

Con estas tres palabras intentó explicar y explicarse a sí mismo Rodolfo Martín Villa lo que, para él, resultaba objetivamente inexplicable: la concesión por la Universidad Complutense de Madrid del doctorado honoris causa a Mario Conde. Si dicho título es un reconocimiento de la "excelencia", por lo general científica , aunque también excepcionalmente en otros campos, nada había en la biografía de Conde y mucho menos en su reciente gestión de Banesto que justificara un reconocimiento de esta naturaleza. De Banesto, decía Martín Villa, únicamente Induráin había alcanzado un nivel...

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Con estas tres palabras intentó explicar y explicarse a sí mismo Rodolfo Martín Villa lo que, para él, resultaba objetivamente inexplicable: la concesión por la Universidad Complutense de Madrid del doctorado honoris causa a Mario Conde. Si dicho título es un reconocimiento de la "excelencia", por lo general científica , aunque también excepcionalmente en otros campos, nada había en la biografía de Conde y mucho menos en su reciente gestión de Banesto que justificara un reconocimiento de esta naturaleza. De Banesto, decía Martín Villa, únicamente Induráin había alcanzado un nivel de excelencia unánimemente reconocido. Sólo a él, en consecuencia, podía atribuirse la decisión de la Junta de Gobierno de la Universidad Complutense.El tiempo transcurrido desde entonces no ha hecho más que darle la razón. Lo que se intuía en aquel momento como una gestión desacertada de Banesto se convertiría en poco tiempo en uno de los mayores desastres financieros de la historia del país, que acabaría produciendo un notable quebranto patrimonial a decenas de miles de accionistas, que afectaría a la estabilidad del sistema financiero y que exigiría un esfuerzo público importante para su corrección. Pocas veces una distinción a la excelencia se vería desmentida tan rápidamente por el curso de los acontecimientos.

Mario Conde figurará por derecho propio entre aquellos personajes cuyos "vicios privados" no se tradujeron en "virtudes públicas", sino en todo lo contrario. A fin de enmascarar sus "vicios privados" y evadir las consecuencias, penales y civiles, de los mismos, el ex banquero ha desencadenado un mecanismo de corrupción de instituciones públicas sin las cuales no hay sociedad democrática que pueda funcionar.

No es posible en el espacio de esta columna referirse a todas ellas. Pero hay algunas que sí tienen que ser expresamente mencionadas.

1. La compra de material sensible para la seguridad del Estado como método de autodefensa. Independientemente de que el vendedor haya sido el coronel Perote o no, lo que sí es seguro es la adquisición de dicho material por Mario Conde, y también parece clara la finalidad de la misma.

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2. La corrupción de medios de comunicación, degradados de su función de instrumentos para la formación de la opinión pública a la de terminales de operaciones de chantaje al Estado. Objetivamente, la posición de estos medios de comunicación no ha sido distinta de la que ocupó El Alcázar en el 23-F.

3. La contaminación de la máxima manifestación del poder del Estado como es la instrucción penal. El día 19 de diciembre de 1994 pasará a la historia judicial de este país por la coincidencia de la reapertura del caso GAL con el momento en que Mario Conde tenía que iniciar su declaración ante el juez García-Castellón. De la ulterior filtración del sumario a través de los ya mencionados medios de comunicación conectados con la estrategia defensiva-ofensiva del ex banquero hemos sido testigos todos los ciudadanos.

Lo único que no ha conseguido contaminar Mario Conde ha sido a Induráin. Las peripecias del ex banquero no han impedido que el ciclista navarro continúe manteniendo el nivel de excelencia que motivó la decisión de la Universidad Complutense. Claro que no cabe duda de que a Induráin le quedará la decepción de saber que cuando subía las rampas del Tourmalet o rondaba a 50 kilómetros por hora en las contrarreloj estaba contribuyendo a encumbrar a uno de los personajes más turbios y siniestros de la sociedad española contemporánea.

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