Tribuna

El Dorado europeo

Dominique Wilkins, 36 años, es el típico jugador estrella considerado demasiado viejo y demasiado lesionado en opinión de su equipo NBA (Boston Celtics). Wilkins cobraba, además, una nómina excesivamente alta. De modo que cuando la NBA entró en su reciente conflicto sindical, los ejecutivos de los Celtics ofrecieron al jugador la posibilidad de jugar al otro lado del Atlántico. Concretamente el vigente subcampeón griego, Panathinaikos, buscaba en América una estrella capaz de llenar su nuevo e impresionante pabellón con capacidad para 20.000 espectadores y de poner fin a dos años de frustració...

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Dominique Wilkins, 36 años, es el típico jugador estrella considerado demasiado viejo y demasiado lesionado en opinión de su equipo NBA (Boston Celtics). Wilkins cobraba, además, una nómina excesivamente alta. De modo que cuando la NBA entró en su reciente conflicto sindical, los ejecutivos de los Celtics ofrecieron al jugador la posibilidad de jugar al otro lado del Atlántico. Concretamente el vigente subcampeón griego, Panathinaikos, buscaba en América una estrella capaz de llenar su nuevo e impresionante pabellón con capacidad para 20.000 espectadores y de poner fin a dos años de frustración en su búsqueda del título de Liga europea.De modo que el presidente del Panathinaikos, Pavlos Yannakopoulos, un magnhate de la industria farmacéutica que tiene, además, intereses en empresas de telecomunicación, se mostró interesado en Wilkins. Su oferta era la más alta jamás ofrecida en el baloncesto europeo: Yannakopoulos estaba dispuesto a asumir el contrato en vigor de Dominique con los Celtics, pero convirtiendo las cantidades que el jugador cobraría en términos brutos en dinero neto para el jugador. Es decir: casi 1.000 millones limpios de polvo y paja Wilkins disfrutará, además, de una casa de lujo en un barrio residencial de Atenas, dos coches para uso personal y un número ilimitado de billetes de avión.

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La inversión astronómica que el equipo del todo Atenas ha realizado en Wilkins podría ser más rentable de lo que podía pensarse. Casi 10.000 espectadores acudieron al Nuevo Pabellón Olímpico para ver el entrenamiento de su nuevo ídolo. Una cifra increíble en una cancha de baloncesto. La Wilkinsmanía ateniense no cesa. Los abonos se han triplicado con relación al año pasado. Los ingresos por publicidad, patrocinadores y televisión han crecido exponencialmente. El presupuesto para nómina del Panathinaikos es impresionante: 11 millones de dólares (l.500 millones de pesetas) lo que, por cierto, situaría al equipo ateniense en la zona media-baja de la mismísima NBA.

Ante semejante riada de dinero la pregunta es clara: ¿es el fenómeno Wilkins una situación aislada o es la constatación de la explosión definitiva del baloncesto heleno como el más rico fuera de la NBA?

Las cifras hablan por sí solas. Cinco jugadores extranjeros en la Liga griega (Vrankovic, Berry, Rivers, McDaniel y Garrett) ganarán esta temporada más de un millón de dólares por temporada. Cinco equipos han inaugurado nuevas y lujosas instalaciones.

Buena parte de la explicación descansa en la situación fiscal de los clubes en Grecia dibuja un agravio comparativo con relación a otros clubes de otras ligas europeas. Las cantidades que los clubes pagan a sus jugadores nacionales tendrán descuento de impuestos directos por primera vez en la historia de la Liga helena y el tratamiento fiscal que los clubes aplican a las sumas, cada vez más elevadas, que pagan a sus estrellas extranjeras suele ser muy heterodoxo. Hasta el punto de que una, buena parte de los sueldos se abona con excesos, de tesorería de los clubes o de sus propietarios. Así será hasta que las. autoridades económicas griegas tomen cartas en el asunto. Grecia se ha convertido en el nuevo Dorado.

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