Un autógrafo muy particular de Induráin
La escena se repite cada día. Induráin se acerca a la recepción del hotel para abonar sus gastos al tiempo que le esperan una nube de aficionados para hacerse con fotos y autógrafos. Induráin atiende a sus admiradores con paciencia y pasa luego a fotografiarse con el personal del hotel y a rendir cuenta de los correspondientes autógrafos. Inmediatamente después firma el recibo de su tarjeta, de crédito y haciendo gala de un novedoso sentido del humor, le dice a la cajera: "Seguro que este autógrafo no te lo llevas a casa"....
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
La escena se repite cada día. Induráin se acerca a la recepción del hotel para abonar sus gastos al tiempo que le esperan una nube de aficionados para hacerse con fotos y autógrafos. Induráin atiende a sus admiradores con paciencia y pasa luego a fotografiarse con el personal del hotel y a rendir cuenta de los correspondientes autógrafos. Inmediatamente después firma el recibo de su tarjeta, de crédito y haciendo gala de un novedoso sentido del humor, le dice a la cajera: "Seguro que este autógrafo no te lo llevas a casa".