Editorial:

Déscalabro de Majór

MAJOR HA sufrido un desastre electoral sin preceden tes. Cuando, hace unas semanas, los conservadores sufrieron una espectacular derrota en, las elecciones municipales escocesas, ya se auguró unta situación ex tremadamente difícil para el premer británico si el fracaso se repetía en las de Inglaterra y Gales. Ha ocurrido. Los conservadores han perdido miles de concejales en las elecciones locales Celebradas el jueves, quedando su porcentaje por debajo del 25%. Los laboristas los están barriendo. Y los liberal-demócratas del SDLP (el tercer partido británico que casi no logra abrirse pas...

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MAJOR HA sufrido un desastre electoral sin preceden tes. Cuando, hace unas semanas, los conservadores sufrieron una espectacular derrota en, las elecciones municipales escocesas, ya se auguró unta situación ex tremadamente difícil para el premer británico si el fracaso se repetía en las de Inglaterra y Gales. Ha ocurrido. Los conservadores han perdido miles de concejales en las elecciones locales Celebradas el jueves, quedando su porcentaje por debajo del 25%. Los laboristas los están barriendo. Y los liberal-demócratas del SDLP (el tercer partido británico que casi no logra abrirse paso en los Comunes) ya les pisan los talones. Si se extrapolaran estos resultados a unas hipotéticas elecciones generales, los laboristas obtendrían unos 490 diputados; los conservadores, 96, y los liberal-demócratas, 69. Sería una Cámara de los Comunes irreconocible.Es cierto que en el Reino Unido es frecuente un voto diferente según el ámbito de la convocatoria. A ello se aferra Major para pedir tiempo a su propio partido para agotar la legislatura y convocar elecciones en el año 1997. Su argumento implícito es que la situación difícilmente será entonces peor que la actual. Es del partido tory de donde Major espera los principales ataques y a quien ha ido fundamentalmente dirigida su primera intervención tras conocerse los resultados. Dijo no ignorar las causas del voto adverso y estar preparado para explicar la política de su Gobierno de aquí al final de la legislatura. Porque la reacción general ha sido minimizar el efecto de los factores locales sobre la derrota y atribuírsela por completo al Gobierno y a la dirección del partido. Es decir, a Major.

Tony Blair, líder del Partido Laborista, se halla, por su parte, en una situación muy cómoda y rápidamente ha subrayado el carácter de consulta nacional de estas elecciones locales en las que su partido ha logrado el mejor resultado en tres décadas. Mientras Major está cautivo en eternas polémicas con los euroescépticos de su partido, Blair puede presentar el resultado como la ratificación del nuevo curso reformista que el laborismo emprendió bajo su liderazgo y que se oficializó con la renuncia al marxismo aprobada en su reciente congreso extraordinario. Blair ya está sólidamente instalado en la cúpula del laborismo. Tiene tiempo. Quien puede no tenerlo es Major. Los opositores dentro de su propio partido pueden sentirse tentados de proponer el relevo de un líder que les conduce al desastre.

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