Mil parlamentarios hablarán en Madrid de injerencia humanitaria

Pierre Cornillon, francés de 50 años, es un optimista incurable. Sólo así se comprende su resistencia al frente de la secretaría general de la Unión Interparlamentaria (UI), cargo para el que fue elegido en 1987 y para el que ha sido reelegido en dos ocasiones. A sus habilidades diplomáticas hay que añadir su capacidad para el equilibrismo, un requisito para durar al frente de una institución de la que forman parte 131 países, muchos de ellos muy poco o nada democráticos. Madrid acogerá, desde el próximo lunes, la 93ª Conferencia de la Unión, en la que tomarán parte cerca de mil parlamentarios...

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Pierre Cornillon, francés de 50 años, es un optimista incurable. Sólo así se comprende su resistencia al frente de la secretaría general de la Unión Interparlamentaria (UI), cargo para el que fue elegido en 1987 y para el que ha sido reelegido en dos ocasiones. A sus habilidades diplomáticas hay que añadir su capacidad para el equilibrismo, un requisito para durar al frente de una institución de la que forman parte 131 países, muchos de ellos muy poco o nada democráticos. Madrid acogerá, desde el próximo lunes, la 93ª Conferencia de la Unión, en la que tomarán parte cerca de mil parlamentarios para debatir sobre la prevención de conflictos y las formas de injerencia humanitaria. La conferencia propondrá también una legislación mínima sobre bioética.Será la tercera vez que Madrid acoja la conferencia. En 1933 y en 1976, la capital de España acogió las sesiones de una reunión que se celebra dos veces al año. "El hombre es demasiado impaciente", dice Cornillon, que admite que a veces se ha fracasado en las misiones internacionales por no haber delimitado con exactitud "el tipo de intervención humanitaria". El caso de Somalia flota en el ambiente, aunque Cornillon, fiel a su exquisita neutralidad diplomática, prefiere no entrar en detalles. "Para que la intervención, sea efectiva es preciso que todas las partes te perciban como neutral. Ha habido mucha confusión en los mandatos, sobre los límites, por ejemplo, entre la asistencia humanitaria y la imposición de la paz".

De Perú a Chechenia

"Habría que ver cómo estaría el mundo si no fuera por las reuniones de organismos como la Unión Interparlamentaria". Cornillon defiende el diálogo, el trabajo que no aflora hasta mucho tiempo después. Madrid servirá para que se debatan cuestiones bilaterales y multilaterales, como el conflicto entre España y Canadá por el asunto de la pesca, la disputa fronteriza entre Perú y Ecuador, la cuestión de los Balcanes, el contencioso chipriota, la intervención rusa en Chechenia, la actuación del Ejército turco en Irak, las sanciones contra Bagdad o Trípoli o la seguridad en el Mediterráneo, que será objeto de una conferencia en Malta en noviembre próximo.

Comillon admite que lo más difícil es la prevención. A Madrid vendrán parlamentarios del Gobierno y de la oposición de Burundi. "Todo el mundo parece ver que Burundi está a punto de convertirse en una nueva Ruanda, pero no sabemos muy bien cómo actuar", reconoce. Sin embargo, el secretario de la UI señala que la terapia fundamental que aplica el organismo es "hablar, hablar y hablar. Hablar al contrario, tratar de ventilar oralmente los problemas es una forma de avanzar". Cornillon se refiere, por ejemplo, al diálogo que Argentina y el Reino Unido mantuvieron cuando la crisis de las Malvinas en el seno de la Unión, cuando habían cortado todos los puentes.

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