Cartas al director

De un lado a otro

El día 21 del mes de diciembre del 94 tenía yo billete de Córdoba para Tortosa en el tren rápido denominado García Lorca.

Cuando estamos a la espera de dicho tren, reciben la noticia en la flamante estación de Córdoba de que había descarrilado entre Sevilla y Córdoba.

Comunican también que a los viajeros que íbamos en dirección Barcelona nos transportarían en el AVE hasta Ciudad Real, donde haríamos transbordo y unos señores nos indicarían y nos ayudarían en todo cuanto fuera necesario.

Llegamos hasta Madrid, nos dejaron a un kilómetro de la estación completamente a...

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El día 21 del mes de diciembre del 94 tenía yo billete de Córdoba para Tortosa en el tren rápido denominado García Lorca.

Cuando estamos a la espera de dicho tren, reciben la noticia en la flamante estación de Córdoba de que había descarrilado entre Sevilla y Córdoba.

Comunican también que a los viajeros que íbamos en dirección Barcelona nos transportarían en el AVE hasta Ciudad Real, donde haríamos transbordo y unos señores nos indicarían y nos ayudarían en todo cuanto fuera necesario.

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Llegamos hasta Madrid, nos dejaron a un kilómetro de la estación completamente abandonados con todo el equipaje, que no era poco, ya que estamos en tiempos de frío y fiestas.

Iban conmigo mi esposa y mis dos hermanas: éstas de 65 y 74 años -la más pequeña, minusválida-, y mi esposa y yo, 80 y 81, respectivamente; con todas las maletas a cuestas llegamos a la estación.

Unas cuantas señoritas tratan de indicamos dónde teníamos que ir, entre el desbarajuste más grande que se pueda conocer. "Ustedes tienen que hacer transbordo en Chamartín", nos dicen.

Yo tengo propensión a tener taquicardias y soy hipertenso, llegándoseme a poner la tensión sanguínea en 24, no me va bien la circulación, he tenido trombofiebitis, además de, todos los trastornos que implican mis 81 años. Con todo esto y el equipaje, que pensábamos, y estaba previsto, que iría en tren directo. Me puse todo lo que pude al hombro y en los brazos, y comencé a subir y bajar escaleras, sin fuerzas, para sostenerme, desde las 13.30, en que llegó el AVE, hasta las 16.00, que salíamos en un tren hacia Barcelona.

Nos llevaron hasta San Vicente de Cardel, aquí otro transbordo.

Cuando estaba dando los bultos a los demás le dieron salida al tren sin dar tiempo a bajarme; en unos segundos no supe si tirar la bolsa que me quedaba al andén y luego tirarme yo..., pero como el tren tomaba velocidad, desistí, gracias a Dios, y evité las posibles graves consecuencias que hubiera tenido mi caída. Una señora en las mismas circunstancias, pero que estaba ya en el andén, salió dando voces y agitando una prenda de vestir blanca, una rebeca tal vez, o un pañuelo. Con esto, el tren paró.

Nos quedamos en San Vicente sin saber qué hacer.

A un chico, que preguntó, le dijeron que en una de las vías se esperaba un tren que iba para Tarragona. ¡Otro transbordo! Desde allí nos trasladaron en taxi, por cuenta de Renfe, hasta Tortosa.

Resultando que en lugar de llegar a las siete y unos minutos de la tarde lo hicimos a las doce de la noche, después de pasar esa cantidad de calamidades, subiendo y bajando escaleras. Ya no podíamos con nuestro cuerpo, no sé cómo el corazón me pudo, responder, ya que el médico me recomienda que no debo sufrir emociones fuertes, no me sofoque, no coja pesos, etcétera.

Le ruego, señor director, tenga la amabilidad de publicar esta historia. He dejado que, en múltiples ocasiones, me mandaran de un lugar a otro, llamándome "caballero", y al final volvía al mismo sitio donde había preguntado por primera vez.

Espero que llegue a los responsables de Renfe y no se vuelva a repetir, pues no se lo deseo ni a mi peor enemigo.-

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