EL 'CASO GAL'

Diez años de enemistad que fueron seis

El 'caso GAL', origen del choque entre Garzón y Barrionuevo

Y dijo Barrionuevo: "En mi caso, desde hace diez años Garzón ha mostrado hacia mí una enemistad personal". Hace diez años -año más,año menos-Baltasar Garzón, con 30 años, siete de estudios en el seminario de Baeza, número 10 en las oposiciones a magistrado, tomaba chorizos con su vasito de tinto en bar El Taxi de Villacarrillo (Jaén), toreaba -bien es verdad que con más voluntad que acierto- alguna becerrada y jugaba sus partiditos de fútbol con los amigos del pueblo. Hace diez años -año más, año menos- el ex ministro del Interior José Barrionuevo no había ni oído hablar de un tal Baltasar Gar...

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Y dijo Barrionuevo: "En mi caso, desde hace diez años Garzón ha mostrado hacia mí una enemistad personal". Hace diez años -año más,año menos-Baltasar Garzón, con 30 años, siete de estudios en el seminario de Baeza, número 10 en las oposiciones a magistrado, tomaba chorizos con su vasito de tinto en bar El Taxi de Villacarrillo (Jaén), toreaba -bien es verdad que con más voluntad que acierto- alguna becerrada y jugaba sus partiditos de fútbol con los amigos del pueblo. Hace diez años -año más, año menos- el ex ministro del Interior José Barrionuevo no había ni oído hablar de un tal Baltasar Garzón, un joven juez que en aquellos momentos se planteaba su traslado a Vitoria y se dedicaba, plácida y eficazmente a sus sentencias.Barrionuevo, por entonces, andaba en otras historias y con otros problemas. Por ejemplo, empeñado en una demanda contra EL PAÍS y, su director, Juan Luis Cebrián, por las informaciones del caso Brouard. Y no es que le crecieran los enanos, pero a José Barrionuevo, primer ministro socialista de Interior, le había saltado entre las manos el caso El Nani y le empezaba a estallar entre las manos el caso GAL. Hace diez años los GAL eran unas siglas que empezaban a aparecer en los medios, de comunicación relacionadas con oscuras historias de guerra sucia.

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Hace diez años -año más, año menos- los que luego serían compañeros de lista electoral en las elecciones de 1993 -Baltasar fue número dos por Madrid y Pepe Barrionuevo,número cinco- no se conocían. Así que lo de los diez años de "animadversión personal" en los que el ex ministro, basa la actuación del juez hay que interpretarlo como figura retórica. Salvo que haya alguna historia personal no contada y de la que no existen rastros en los archivos.

Pero es verdad que Barrionuevo y Garzón no han sido nunca lo que se dice amigos. A lo que seguramente se refería el ex ministro cuando hablaba de esa inquina era a sucesos que no se remontaban más atrás de los seis años. Lo que pasa es que, aunque el tiempo vuele en ocasiones, hay otras en las que todo se hace eterno.

Para Barrionuevo todo lo referido, a los GAL empieza a tomar una consistencia de reloj parado. En febrero de 1988 Baltasar Garzón sustituye a Francisco Castro Meije en el Juzgado Central número 5 de la Audiencia Nacional y toma en sus manos el sumario de los GAL. Garzón y Barrionuevo se conocieron entonces. Y su encuentro no fue, precisamente, un flechazo.

De lo primero que hay constancia es de una violenta polémica entre el entonces titular del Interior y el recién nombrado juez del Juzgado Central número 5 de la Audiencia Nacional. El juez comienza a llamar a declarar a altos mandos policiales. Pero ni José María Rodríguez Colorado, entonces director general de la Policía, ni Miguel Planchuelo, jefe superior de Policía de Bilbao, sueltan una palabra sobre lo que en aquellos momentos interesaba al juez: la utilización de los fondos reservados en la financiación de los GAL.

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Sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, pero sí parece que encomendándose al presidente González, Barrionuevo dio la orden de que nadie que estuviera bajo su mando contestara al juez sobre estos temas. ¿Venían las órdenes. de un Felipe González que en aquellos momentos ni se le había cruzado por la cabeza que aquel joven juez pudiera ir un día a su diestra. como flamante, candidato al Congreso de los Diputados? El presidente del Gobierno ni lo afirmó ni lo negó, pero dejó claro que apoyaba a Pepe Barrionuevo.

Las cosas habrían, ido mucho más lejos si no hubiera sido porque Garzón advirtió al ministro que su actuación rozaba claramente el delito por negarse a ayudar a la justicia. El cruce de mensajes, exhortos, escritos, advertencias y amenazas, visto ahora, da toda una idea de lo crispadas que estaban Ias cosas.

Si a lo que se refiere Barrionuevo con lo de la animadversión es aquello, es verdad que eran momentos complicados y amargos en los que las relaciones personales debieron quedar marcadas por las relaciones profesionales.

Pero la historia cambia. Y los afanes y los días convierten en horribles o maravillosas determinadas cosas. Puede decir lo ahora José Bono, el presidente de Castilla-La Mancha, que puso a tiro un 27 de febrero de 1993 en Quintos de la Mora (Toledo) al juez Garzón y al presidente González. De allí salió lo que entonces fue calificado cómo brillante operación electoral y que hoy puede pasar a la historia como el mayor patinazo de Felipe González.

Las listas electorales -es cierto- se enriquecieron con independientes que a la postre han demostrado que, en la vida parlamentaria española, la independencia, como poco, es una utopía. Luego vino la dimisión de Garzón por ser o no ser ministro, por cansancio o por hastío,o por honestidad personal. ¿Acaso ahora importa, si no fuera porque Barrionuevo saca a relucir la venganza por frustración de las ambiciones y pasiones personales" de Baltasar Garzón?

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