Tribuna:

Doble fila

El alcalde de Madrid es lento pero seguro. Tras cuatro años presidiendo la alcaldía se ha dado cuenta de que los estacionamientos de los coches en doble fila constituyen uno de los peores impedimentos para el normal desarrollo de la vida ciudadana, y anuncia drásticas medidas contra los infractores. Actuará la grúa, habrá pegatinas.. Las pegatinas son la gran novedad de estas normas. Las colocará el guardia en los parabrisas y esa será señal de franquía para que la grúa pueda llevarse el coche objeto de la infracción, sin denuncias previas ni más trámites administrativos.

No ha previsto...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El alcalde de Madrid es lento pero seguro. Tras cuatro años presidiendo la alcaldía se ha dado cuenta de que los estacionamientos de los coches en doble fila constituyen uno de los peores impedimentos para el normal desarrollo de la vida ciudadana, y anuncia drásticas medidas contra los infractores. Actuará la grúa, habrá pegatinas.. Las pegatinas son la gran novedad de estas normas. Las colocará el guardia en los parabrisas y esa será señal de franquía para que la grúa pueda llevarse el coche objeto de la infracción, sin denuncias previas ni más trámites administrativos.

No ha previsto el alcalde, sin embargo, la entrada en acción de la picaresca. En Madrid -ya se sabe el más tonto fabrica relojes, y siempre cabe la posibilidad de que el automovilista cuyo coche haya sido marcado con el baldón de la pegatina, la despegue y la coloque en el coche de al lado. Unas veces será con el propósito de cargarle el mochuelo, otras para tomarse cruel venganza del enemigo. O, sencillamente, por enredar, si anda cerca alguien con mentalidad juguetona.

La pegatina, documento de dudosa legalidad si bien se mira, en la práctica podría dar al traste con el feliz alumbramiento del alcalde después de cuatro años de sesudas reflexiones sobre la manera de acabar con ese tráfico delirante, que crispa los nervios de los madrileños, les sube los índices de colesterol y les obliga a llegar tarde a todas partes. Una pegatina mal colocada, o trasplantada donde no se debe por artera mano, provocaría recelos e injusticias, disputas y cachetes.

Los madrileños víctimas de quienes dejan los coches en doble fila, abandonados como si fueran moscas, y pasan a recogerlos cuando les da la gana, quisieran en realidad que la grúa actuara precisamente allá donde semejantes desmanes se perpetran con mayor empecinamiento e impunidad. El alcalde quizá lo ignore, en su innata candidez, pero elvecindario tiene comprobado que suele ser - frente a los supermercados, los comercios importantes, los restaurantes señeros, los bares de moda.

Probablemente no haya meditado el alcalde y mejor que ni lo intente, pues podría tardar otros cuatro años en hallar la respuesta- la razón por la cual en el problema de las dobles filas se dan extrañas coincidencias y paradojas inexplicables. Hay calles que frecuenta la grúa y se lleva no sólo los coches en doble fila, sino también los que están pegaditos al bordillo sin molestar excesivamente, mientras otras permanecen tupidas de coches, motos, furgonetas, camiones, carros de combate, bultos diversos, taponando portales, ocupando vanos, invadiendo garajes, pasos de cebra, aceras, la calzada entera incluso, y no se acerca la grúa jamás.

. Estas últimas calles suelen ser las que tienen comercios llamados de grandes superficies o de pequeñas aunque con cierto fuste, restaurantes de varios tenedores, concurridos establecimientos de copas, cuyos empleados, proveedores y clientes las convierten en su aparcamiento particular sin que nadie les diga nada. Ni grúa ni guardias (con pegatina o sin ella) aparecen nunca por allí, lo cual no impide que lo! agentes de la autoridad pongan multas o manden retirar coches justo en la calle adyacente, donde los estacionamientos incorrectos apenas causan perjuicio a nadie.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El alcalde seguramente no sabe que semejantes tropelías y agravios comparativos se producen cada día y cada noche en Madrid. Ahora bien, si preguntara a los madrileños, éstos le facilitarían en el acto una minuciosa descripción, con nombres de las calles y sus números respectivos, establecimientos, firmas comerciales, horas y restantes circunstancias de tiempo, modo y lugar. Es decir, el cuerpo del delito. Este vecino -sin ir más lejos- le sugeriría al señor alcalde que pasara cualquier mañana por la calle de Castelló, tramo que media entre las del General Oraá y María de Molina, donde el caos tiene su asiento. Mejor que acuda a pie porque a veces la maraña de vehículos y el trasiego de mercancías ocasionan un colapso circulatorio total; el atasco cruza Diego de León, luego Maldonado, y Juan Bravo, y Padilla, y así sucesivamente Castelló abajo, hasta el infi.nitó..

Archivado En