La arquitectura más dulce

Ninguna pastelería podrá colgar en su escaparate la codiciada medalla de oro. El primer premio del Campeonato Nacional de Pastelería Artística recayó ayer en varias manos, todas ellas de profesores de la Escuela Superior del ramo, que lentamente, a lo largo de nueve meses, erigieron la catedral de la Almudena en pasta de azúcar. Enteramente comestible, desde la cruz más alta hasta los árboles que la rodean, la construcción de la réplica fue dirigida por el profesor Ángel Ruiz Benito, de 68 años. "Se quedará en el pequeño museo de la Escuela, junto a la puerta de Alcalá, la de Toledo y la d...

Ninguna pastelería podrá colgar en su escaparate la codiciada medalla de oro. El primer premio del Campeonato Nacional de Pastelería Artística recayó ayer en varias manos, todas ellas de profesores de la Escuela Superior del ramo, que lentamente, a lo largo de nueve meses, erigieron la catedral de la Almudena en pasta de azúcar. Enteramente comestible, desde la cruz más alta hasta los árboles que la rodean, la construcción de la réplica fue dirigida por el profesor Ángel Ruiz Benito, de 68 años. "Se quedará en el pequeño museo de la Escuela, junto a la puerta de Alcalá, la de Toledo y la de Hierro, que también hemos fabricado aquí. Como método de enseñanza, un monumento madrileño reproducido en pastillaje de azúcar vale más que mil palabras para los alumnos", comenta el principal autor de la obra, en la que se emplearon 350 horas de trabajo.Desde 1964 no se celebraba en Madrid un campeonato de estas características. La ocasión propicia llegó junto con el primer Salón Internacional de Pastelería, que se celebra este fin de semana en el recinto ferial Juan Carlos I, con acceso restringido al público no especialista. "Dentro de cada pastelero hay un escultor. La pastelería y el arte están profundamente unidos", comenta Salvador Santos Campano, presidente del jurado y de la federación nacional de profesionales del ramo.

Un total de 15 monumentos de todo el país fueron preseleccionados para competir en el concurso, que no tiene dotación económica. "Es imposible calcular cuántos clientes se llegan a conseguir exhibiendo una medalla de oro oficial en el escaparate", afirma Manuel Antonio Menéndez, secretario del jurado.

La catedral de Santiago de Compostela, la ermita de San Antonio de la Florida, el monasterio de El Escorial, el Ayuntamiento de La Coruña y el estadio Vicente Calderón son algunas de las réplicas que competían por el primer premio.

El pequeño Vicente Calderón de azúcar atrajo la mayoría de las miradas. No de lengüetazos, por que una vitrina protegía las obras de imprevisibles ataques de glotonería. Luis López Magán, de 28 años y aficionado del Atlético de Madrid, empleó 500 horas de trabajo, 80 kilos de azúcar y varios carretes de fotografía para levantar su -hasta ahora- única obra. Antes de comenzar su trabajo sacó muchas fotos para guiarse en casa sin errar. "No hay nada metálico, ni de madera, salvo unos alambres que utilicé para sujetar la visera", asegura López Magán, pastelero de Humanes. Su construcción artística ha merecido un premio especial del jurado. Pero la mayor. ilusión de López Magán es exhibir su estadio dentro del auténtico pendiente una cita con Jesús Gil para fijar una fecha de exposición", cuenta, emocionado. Advierte que comerse las gradas o una de las puertas exteriores del estadio puede provocar indigestión.

Es frecuente que los pasteleros que roban horas de su tiempo para fabricar estas dulces construcciones elijan monumentos de la ciudad donde viven. Alfredo Torres, de Tenerife, explica su segunda pasión después de las tartas: "Estas obras representan nuestra ilusión. Tal como el periodista que en sus ratos libres es escritor nosotros por las noches nos convertimos en artistas".