Una familia desalojada de su casa vive desde hace un mes en la sede de una asociación vecinal de Carabanchel

La Asociación de Vecinos del Tercio del Terol, en Carabanchel, se ha convertido en vivienda desde hace un mes. No hay cocina, ni lavabo, ni ducha. Pero Mercedes Hernández, asistenta, de 50 años; su marido, Pedro Romano, albañil en paro de 59 años, y su hijo, Pedro, de 21, metalista en paro, han hecho de esta lonja un hogar precario y provisional. No tienen adónde ir desde que el pasado 12 de julio fueran desalojados de la modesta casa donde llevaban 26 años, en Brihuega, 9 (Carabanchel).Después de pleitos y juicios por unas, obras con el nuevo casero del edificio, la Audiencia dio la razón al ...

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La Asociación de Vecinos del Tercio del Terol, en Carabanchel, se ha convertido en vivienda desde hace un mes. No hay cocina, ni lavabo, ni ducha. Pero Mercedes Hernández, asistenta, de 50 años; su marido, Pedro Romano, albañil en paro de 59 años, y su hijo, Pedro, de 21, metalista en paro, han hecho de esta lonja un hogar precario y provisional. No tienen adónde ir desde que el pasado 12 de julio fueran desalojados de la modesta casa donde llevaban 26 años, en Brihuega, 9 (Carabanchel).Después de pleitos y juicios por unas, obras con el nuevo casero del edificio, la Audiencia dio la razón al dueño: determiné que el domicilio de esta familia estaba registrado como nave industrial, no como vivienda, y ordenó su expulsión. La casa quedó vacía y ellos en la calle.

Entonces Mercedes abandonó su domicilio en ambulancia y con un fuerte ataque de nervios. Aún no se ha sosegado. "Cuando lo pienso me pongo a llorar", asegura. Su hijo está preocupado de ver a su madre angustiada. "Procuro no dejarla sóla" afirma. "Para ducharnos y lavar la ropa vamos al piso de una buena amiga, en Orcasitas" explican.

Este matrimonio tiene otras dos hijas casadas. "Pero ellas no nos pueden cobijar; la mayor vive con su marido, pastor, y sus dos hijos en una casa de Camarenilla (Toledo), donde son guardeses; la otra comparte piso en Fuenlabrada con un hermano de su marido y su hÍjo", aseguran. "Las relaciones entre familias políticas son dificiles", añaden.

Ahora ninguno de los tres trabaja y van tirando de una ayuda de 60.000 pesetas que les dio el Ayuntamiento. "Mi hijo y mi marido llevaban un año parados, yo limpiaba casas, pero con la depresión, este mes no he podido hacerlo", añade.

Sus esperanzas están puestas en el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima), de la Comunidad,donde, a través de la Asociación de Vecinos del Tercio, han solicitado un piso social de alquiler. "Parece que el Ivima tiene buena disposición, pero el papeleo va lento y es agosto", aseguran en la asociación.

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