Tribuna:

Fanatismo vénereo

En el avión, a mi lado, iba un sujeto que leía apasionadamente los anuncios por palabras« de un periódico de Madrid. Hay gente que busca piso o asistenta con una vehemencia atroz, pero el fanatismo de este hombre era venéreo. De reojo, leí algunos de los apuntes que tomaba en una pequeña libreta; rezaban así: "Espectacular, jovencita, 50.000". "Rubia delgadita ven a verme". "Viudita, 5.000". "Disciplina inglesa, gabinete totalmente equipado". "Señora madura, particular".Faltaba media hora para que el avión aterrizara en Madrid, adonde me dirigía por razones de trabajo, como el tipo que leía lo...

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En el avión, a mi lado, iba un sujeto que leía apasionadamente los anuncios por palabras« de un periódico de Madrid. Hay gente que busca piso o asistenta con una vehemencia atroz, pero el fanatismo de este hombre era venéreo. De reojo, leí algunos de los apuntes que tomaba en una pequeña libreta; rezaban así: "Espectacular, jovencita, 50.000". "Rubia delgadita ven a verme". "Viudita, 5.000". "Disciplina inglesa, gabinete totalmente equipado". "Señora madura, particular".Faltaba media hora para que el avión aterrizara en Madrid, adonde me dirigía por razones de trabajo, como el tipo que leía los, anuncios venéreos. Los representantes comerciales nos reconocemos en seguida. Entras en la sala de embarque de un aeropuerto, echas un vistazo y enseguida reconoces a tus colegas igual que ellos a ti. En un 80% de los casos puedes incluso adivinar sin gran esfuerzo el sector al que pertenecen. Se trata de una maldición, cada profesión tiene la suya. La nuestra es ésta, que nos reconocemos nada más vernos, como los policías y los curas. Yo, al principio, intentaba hacerme pasar por otras cosas, pero se reían de mí. Ahora me da igual que me reconozcan, porque ya no aspiro a ser otro, por eso no me molestó que el tipo de al lado se dirigiera a mí con la familiaridad que solemos utilizar en este gremio.

-Hay unas. diferencias de precio increíbles -dijo.

-¿Perdón?

-Fíjate, esta imbécil cobra 50.000, y aquí, más abajo, te hacen un servicio completo por 5.000.

Incliné la cabeza en dirección al anuncio y había, en efecto, servicios completos por 5.000 pesetas, pero eran para la tercera edad. Se lo dije:

-Eso es para señores de la tercera edad, ahí lo pone. A lo mejor están subvencionados.

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-La viudita ésta también cuesta 5.000 pesetas, no está mal.

-Es una estafa -dije- La mayoría no son viudas.

-¿No? -preguntó con asombro.

-Lo ponen para excitar, porque hacer el amor con una viuda es, en cierto modo, como hacerlo con un ataúd. Las viudas guardan dentro el cadáver del marido, al menos durante un tiempo, y eso les hace adquirir una cierta calidad de caja.

,Me miró entre divertido y asombrado. Era bastante más joven que yo, podría., haber sido mi hijo.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque soy viudo -mentí-. Mira mis manos, están llenas de nudos, como la madera. Fíjate en mi frente. ¿No ves estas líneas qUe parecen vetas? Soy una caja con un recuerdo muerto dentro.

Se quedó un rato callado, pero al poco volvió a la carga golpeándome con el codo mientras me señalaba otro anuncio: "Ana, amoral, viciosa, diabólica".

-¿Cuánto costará ésta? -preguntó.

-Veinticinco mil -mentí-, estuve con ella la semana pasada. Pero no es amoral ni viciosa, ni diabólica. Tiene un hijo en un internado de curas al que quiere dar estudios.

-Me estás jorobando el viaje a Madrid -dijo.

-Todos los viajes a Madrid son una estafa. Nunca pasa nada. En Madrid sólo pasa lo que nos imaginamos que pasa. Es mejor Logroño o Salamanca. Allí suceden cosas reales.

-¿Y tú qué vendes?

-Látigos y ligueros de fantasía -volví a mentir-. Últimamente más látigos que ligueros. Es un asco.

Esa noche cenamos juntos, le hablé como si fuera mi hijo y sentí que aquello había sido una experiencia real.

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