Tribuna:

El 10 de julio se clausura la historia

De aquí en una semana, tome nota, es decir, el 10 de julio próximo, entra en vigor en nuestra comunidad la cosa esa sobre la apertura o cierre de los establecimientos comerciales en domingo. Se trata de una normativa enloquecedora que lo único que va a conseguir es que no sepamos a qué atenernos. Yo, al menos, no soy capaz de aprenderme de memoria los días de apertura y cierre; parece que han jugado a la ruleta con los domingos y han dicho éste sí, éste no, qué lío (al próximo le toca que no). Si lo que quieren es divertirse con el consumidor, podrían hacer cada sábado un concurso televisado p...

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De aquí en una semana, tome nota, es decir, el 10 de julio próximo, entra en vigor en nuestra comunidad la cosa esa sobre la apertura o cierre de los establecimientos comerciales en domingo. Se trata de una normativa enloquecedora que lo único que va a conseguir es que no sepamos a qué atenernos. Yo, al menos, no soy capaz de aprenderme de memoria los días de apertura y cierre; parece que han jugado a la ruleta con los domingos y han dicho éste sí, éste no, qué lío (al próximo le toca que no). Si lo que quieren es divertirse con el consumidor, podrían hacer cada sábado un concurso televisado para ver a qué establecimientos les toca abrir al día siguiente. Así, por lo menos, tendría un morbo la cosa. Las familias se quedarían hasta las tantas para averiguar si les tocaba Pryca o pizza a domicilio, y los divorciados si ir a ligar en plan culto a las tertulias de Crisol o quedarse en la cama.Y ni así lo arreglaban, porque el decreto, en el caso de que sea un decreto, tiene más excepciones que un libro de gramática. O sea, que ahora mismo no sé si Ias pastelerías podrán abrir o no, porque las pastelerías son centros comerciales, eso creo. Los pasteleros podrían argumentar en su favor que el domingo es el día que más venden, porque a la gente la misa le da un hambre atroz y están deseando salir para comprarse una docena de pastelitos de nata. Llevan razón, pero si nos colocamos en el punto de vista del consumidor, a lo mejor resulta que mis pasteles de los domingos son los libros de bolsillo, los engullo como bocaditos de nata. Lo mismo pasa con las floristerías, que no van a dejar de abrir los domingos, claro está, pero mis flores son los libros también. Yo huelo un libro y sé si me lo debo llevar a casa o no. O sea, que también el consumidor debería opinar, por eso opino y digo que ese decreto (en el caso de que sea un decreto, que no sé, porque un decreto es una resolución y la cosa esta no resuelve nada), que ese decreto, digo, es una porquería ininteligible que fastidia a todos, a los pequeños y a los grandes. Pero al que más fastidia, desde luego, es al consumidor, sea grande o pequeño.

Luego hay que contar también con las excepciones turísticas, que son tan complicadas como las gastronómicas y las florales. ¿Qué se entiende por establecimiento turístico? ¿Quién decide dónde se encuentra la frontera entre lo turístico y lo meramente comercial? ¿Es El Corte Inglés un centro comercial o turístico? Yo tengo un amigo que lo primero que hace cuando llega a una ciudad que no conoce es visitar la catedral y El Corte Inglés, por este orden. O sea, que algo de turístico tiene; de hecho, en todas sus sucursales hay una sección, que te pone los pelos de punta, donde venden navajas toledanas y bailarinas flamencas.

Hay una Cosa más, y es que hoy día el ocio y el consumo están tan interrelacionados que no, se puede separar una cosa de la otra. Yo no digo que a mí me parezca bien esta asociación de ideas, pero los socialdemócratas deberían ser consecuentes con sus propias conquistas. No se puede convencer a los ciudadanos de que la felicidad consiste en consumir y cerrarles las tiendas el único día, de la semana que pueden consumir a gusto. Y ya que estos socialdemócratas tienen la boca llena de la palabra libertad, que abren la boca y les ves por las comisuras de los labios dos hilillos de una salsa oscura que llaman libertad, podrían dejarme a mí la libertad de consumir lo que me diera la gana. Y a mí lo que me gusta consumir los domingos y fiestas de guardar son libros y discos. A ver qué pasa, qué tiene de malo. O sea, que este decreto o cosa va en contra de la historia; lo que no sé es a dónde va la historia. Vale.

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